miércoles, 1 de octubre de 2014

Se llama cortar por lo sano, señor Pujol

Artículo de opinión.
Publicado en Economia Digital el 1 de octubre de 2014

Se ha metido en un jardín del que ya no podrá salir. Probablemente empujado por la dichosa UDEF, o tal vez aconsejado por sus abogados inculpándose de un delito pequeño (una herencia de nada) a ver si con eso era suficiente para silenciar los mayores, propios y del resto de la familia. Y en ese jardín nos dice, señor Pujol, que se ha encontrado –tal vez casualmente- con el árbol de la corrupción, ese al que no se le puede cortar una rama podrida, corrupta, porque con ella se caería todo el árbol. Les dice además a los políticos de nueva ola del Parlament, poco duchos ellos en esto de la silvicultura, que la culpa sería toda suya, por mezclarlo todo, enmarañar las cosas y organizar un totum revolutum que no le deja vivir tranquilo.

A ver, ex molt honorable, sabe usted que esta técnica de no podar la rama corrupta no es correcta. Ha quedado usted fatal, y da pie a pensar en una de estas dos alternativas. O es usted conocedor de que, efectivamente todo el árbol esta corrupto, podrido, y no tiene remedio, en cuyo caso estarían dañadas otras muchas ramas con múltiples casos de corrupción, y además el tronco de las instituciones y las propias raíces del Estado, incluida la Generalitat, o no ha escuchado en su vida a un solo payés ni ciudadano de Cataluña que le podría explicar que sí, que el árbol tiene futuro y no caerá cuando se le poden todas las ramas de la corrupción, de las tramas mafiosas, de las comisiones, de la impunidad, de la ingeniería financiera armada por todos los paraísos fiscales conocidos para escapar del fisco español.

Si hubiera escuchado sabría que la técnica para podar la rama corrupta se llama “cortar por lo sano”, por la madera nueva haciendo un corte limpio y recto. Tendría además que preocuparse de sellar el corte con una pasta cicatrizante, lo que en su lenguaje político sería tomar todas las medidas legales y precauciones  posibles para que la podredumbre no volviese a aparecer. Y aun así, señor Pujol, no sería suficiente. Usted como el líder que dice que es, el que se ha ocupado de hacer país y de sacar adelante el jardín de Cataluña, tendría que ocuparse de podar las otras ramas defectuosas, secas y desviadas,  comprobar que el tronco y las raíces estuviesen en perfecto estado haciendo, si fuese preciso, un alcorque lleno de auditorías, de interventores y de controles, desde donde el árbol pudiese recibir el agua y los nutrientes necesarios para tener un buen desarrollo.

Nada de esto ha hecho. Treinta años no son nada en la vida de un árbol. Sí lo han sido para su árbol, para su proyecto, para la estructura de su país al que ahora dice que no hay que tocarle, que sería una gran irresponsabilidad porque él solo se podrá regenerar. Y no es verdad. Se necesita una buena poda regenerativa en Cataluña, y también en buena parte del jardín español. Pero usted, señor Pujol, difícilmente podrá encontrar el modo de regenerar su legado, su trabajo, su Fundación, su ascendencia sobre los catalanes. Tal vez con la única excepción de unos cuantos aprendices de jardinero de su partido que hace unos días, en la sede del Parlament, han buscado todos los eufemismos y circunloquios de que han sido capaces para tratar de explicar lo inexplicable. No fue suficiente.

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