domingo, 7 de junio de 2015

Hablando se entienden hasta los políticos

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 6 de junio de 2015

Qué días tan ajetreados están viviendo los políticos y los periodistas desde las elecciones. Conocidos los resultados para los ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas, a los políticos electos no se les ocurre otra cosa que ponerse a hablar. ¡Y de qué manera!, como si no hubiera un mañana. Con unas ganas y un desparpajo desconocidos hasta ahora, especialmente en los líderes nacionales de los partidos. Rajoy habla con Sánchez. Sánchez con Iglesias. Sánchez con Rivera. Rivera con todos. Rajoy con Iglesias...¡uy no!, estos no, que no tienen de qué hablar. Y Aguirre se calla. Algunos dirán que estará tratando de controlar la hemorragia de los casos de corrupción. Yo sin embargo creo que más bien debe estar reflexionando sobre la verbosidad excesiva de la semana pasada, para tratar de acordarse de a quién ofreció la alcaldía y a quién no, no vaya a repetirse y hacer el ridículo...nuevamente.

La cosa tiene tanta enjundia que pilló desprevenidos a buena parte de los periodistas encargados del ramo. Estaban cargando las baterías de las grabadoras cuando recibieron la noticia de que en un reservado de un hotel dos secretarios generales iban a compartir una ensalada. ¡Compartir!, he dicho bien. Por algo se empieza. Tal vez sea un primer paso para poder compartir ideas, proyectos, iniciativas, y encontrar soluciones a los millones de problemas existentes. Tantos como parados hay. Otro frente lo abrió el presidente Rajoy, citando en la Moncloa a otros representantes. Y otro, muy diferente, lo abren constantemente los políticos locales y autonómicos, comenzando ya a traspasar poderes, a contactar con posibles interlocutores financieros o juristas que tendrán que intervenir en la puesta de largo de sus primeras medidas, y cosas así. Todo esto, citan los medios de comunicación, de forma secreta, sin micrófonos, simplemente emitiendo comunicados finales que dicen cosas sin decir nada. ¡Para una vez que se ponen a hablar, deciden ser opacos!

Nuestra clase política, en esto, es de una pasta especial. Los emergentes tienen algún rasgo un poco más alentador de que sí, que saben escuchar, que son capaces de entender lo que se les dice y, además, contestar a lo que se les pregunta. Incluso, de manifestar una opinión pertinente a sus interlocutores. Vamos, que son capaces de hablar, de dialogar, y no sólo de leer y repetir machaconamente los argumentarios que alguien les escribió. Tengo cierta esperanza en que hagan bueno el refrán “hablando se entiende la gente”, clasificado por el Instituto Cervantes como de poco usado. Se basa en la recomendación de “establecer cierta confianza para poder entablar una conversación o explicar con franqueza los detalles de algo”. Confianza, franqueza, concreción en el arte de la conversación...¡uf!, todavía hay mucho camino que recorrer para que adquieran estas habilidades, aunque parece que se han puesto a la tarea.

Entre los no emergentes, los tradicionales, estoy seguro de que el que sí las tiene, pero no las usa, es el presidente Rajoy. Don Mariano en esto de la comunicación es un número uno, lo que sin duda, le ayudó en la designación del arrepentido Aznar y en que sus compañeros de partido no se atrevieran a cuestionarle hasta ahora. Para hacer esta afirmación me apoyo en Julio Camba, quien hace más de cien años escribió: “Eso de coger todos los días cuatrocientas o quinientas palabras, cada una de las cuales posee una significación concreta, y combinarlas de tal modo que todas juntas carezcan totalmente de sentido, no lo hace un cualquiera. Distribuidas al azar, las palabras siempre dicen alguna cosa, más o menos congruente, y sólo con una distribución inteligentísima se puede conseguir que no digan jamás cosa ninguna”. Pues eso. Lo que hace Rajoy. Que por algo es presidente.

En medio del ímpetu hablador conocemos las primeras encuestas acerca de las razones del voto recién emitido. La realizada por la empresa My Word refleja que la mayoría de los españoles (un 64%) aprueban el nuevo marco político que obliga a pactar. O sea, a dialogar. Tal vez sea este uno de los aprendizajes más importantes que nos deja esta interminable y calamitosa crisis económica-política-social. El otro, la obligación de ser transparentes y la de hacer partícipe a la sociedad, no sólo tomando decisiones, que también, cada cuatro años. Escuchando. Hablando con la gente, como les gusta decir. De verdad.

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