domingo, 19 de diciembre de 2021

Yolanda visitó a Francisco

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 19 diciembre 2021

Yolanda Díaz tuiteó: “Hoy me he reunido con el @Pontifex_es…” cuando, en realidad, lo que hizo fue más bien visitarle. Una visita de cortesía, correcta, discreta, educada y muy emocionante. Una visita de la que ya conocemos exactamente para qué no ha servido, que es lo que de verdad importa. No ha servido para avanzar en la laicidad del Estado ni para revisar el Concordato antediluviano que fija las relaciones entre la iglesia Católica y el Estado español. No ha servido para negociar la reducción de las subvenciones a centros privados religiosos, de cualquier religión pero mayoritariamente católicos. Ni para eliminar la simbología de los actos oficiales, celebraciones públicas y homenajes que impliquen financiación con dineros públicos. La visita tampoco ha servido para continuar con el proceso de devolución de los bienes inmatriculados indebidamente en la etapa de Aznar, ni para establecer la obligatoriedad de pagar impuestos, IBI incluido, en todos aquellos que no están dedicados al culto: viviendas, oficinas, empresas, garajes, fincas, etc… Como los de cualquier ciudadano que cumple con sus obligaciones, empezando por las de Hacienda. No ha servido, en fin, para que una ministra y vicepresidenta del Gobierno de España represente ante la Iglesia Católica y el Estado Vaticano el papel de ministra y vicepresidenta del Gobierno de España.

Es mucho más difícil conocer algo de la utilidad de la visita, más allá de que Yolanda Díaz se vistió y peinó con la ortodoxia adecuada para la ocasión, se comportó con educación exquisita, llevó consigo los versos de Rosalía y se fotografió aguantando estoicamente el frío en la plaza de San Pedro. ¿Fue allí a hablar con un Papa de los retos de la humanidad, de las consecuencias funestas de una pandemia o de que el trabajo ha de ser decente? Pues claro que no. ¿Fue en visita oficial o privada, organizada por el Gobierno o por sus amigos peronistas, a llevar recados del presidente Sánchez o a demostrarle a Sánchez que ella puede dialogar con un líder mundial? Pues nada de esto ha trascendido y tal vez no lo haga en el futuro.

El dato cierto es que Yolanda visitó a Francisco y ya tiene una foto más en su currículum y un sello más en su cartilla de peregrinación a La Moncloa. También se ganó las iras de todas las derechas aznaristas españolas, las cuasi extinguidas de Arrimadas, las cobardes de Casado y las de los machotes de Abascal. Que a ver por qué va a visitar una sindicalista comunista al Santo Padre, hombre ya, o es que también es rojo y comunista el señor Bergoglio. Su bendición, la de Yolanda, deben dársela más bien los discretos masones del Club Bilderberg, estarán pensando. Y es probable que acierten.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Maniobra fallida

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 12 diciembre 2021

Ha sido impresentable, irrespetuoso, el colmo de la mala suerte. Ferrol sale mal parado en los papeles nacionales. Las televisiones y las redes sociales se hicieron eco de la noticia: en Ferrol llovieron estorninos, cientos de estorninos. Los pájaros pintos cayeron en las aceras, sobre los coches y en el jardín trasero del hospital de Caranza. ¿Qué ha pasado, por qué aparecieron tantos pájaros muertos? Los técnicos están tratando de averiguarlo. No fue por descargas eléctricas, no fue por radiaciones de antenas de telefonía, no fue un rayo malévolo, no fue envenenamiento, no fue el estrés causado por un ave rapaz… Nos dicen las causas descartadas pero ahí radica la mala noticia. Según apuntan, después de hacer la autopsia a varios estorninos, la muerte colectiva se debe a traumatismos múltiples compatibles con choques entre ellos. O sea, maniobraron mal, se dieron unos mamporros de padre y muy señor mío, cayeron al suelo y murieron. Unos ciento setenta, aunque otros cientos (o tal vez miles) siguieron volando felizmente haciendo llamativas figuras en el aire. ¡Qué desfachatez avícola! ¿Cómo pueden permitirse hacer una maniobra equivocada, en Ferrol, cuna de la mejor Escuela de Maniobra de la Marina de todas las Españas?

Definitivamente, los estorninos que hicieron esa mala maniobra no habían nacido en Ferrol. Ni siquiera se preocuparon de sobrevolar el Arsenal Militar, la Escuela Antonio de Escaño ni, por supuesto, tomar nota de las clases de maniobra que reciben los especialistas en la Estación Naval de La Graña. Si así fuera, aprenderían que una parte de la formación no puede girar cuando le de la gana, y mucho menos hacerlo 180º y ponerse a rumbo de colisión con el resto de compañeros. Aunque últimamente vemos a muchos animalitos inteligentes y sensibles hacerlo. Los científicos no saben por qué las orcas vuelven sobre “sus pasos”, una y otra vez, entre Cabo Prior y Estaca de Bares. O por qué un jabalí solitario se pasea por Capitanía. Ni cuándo se decidieron las palomas a entrar en un café a picotear las napolitanas de crema en lugar de quedarse en las terrazas de las que pueden salir con facilidad.

Yo creo, en honor a Jorge Juan y la memoria de los marinos ilustrados que tanto avanzaron en las ciencias de la mar, que si los estorninos fuesen ferrolanos de pura cepa sabrían de marcaciones, demoras y distancias. Calcularían bien la altura, dirección y velocidad de sus congéneres. Mantendrían el orden en la formación por lo que jamás colisionarían con sus semejantes ni con otros obstáculos imprevistos. Y Ferrol no pasaría la vergüenza de verse en los noticieros porque alguno de sus habitantes, aunque fuesen pájaros poco instruidos, no hiciesen bien sus maniobras.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Campanas

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 5 diciembre 2021

Un vecino de Ares está molesto con el sonido de la campana de la iglesia de San José. Acaba de instalarse en su nuevo domicilio y ya denunció a la campana que lleva un siglo allí instalada. Sonando, marcando las horas, las celebraciones religiosas y los acontecimientos sobresalientes. Hasta ahora nadie, en generaciones, había manifestado disgusto porque las campanas hablasen. Será cosa de la hipersensibilidad de los -malos- tiempos que corren, de que se habrá puesto de moda atajar la contaminación acústica o de que al nuevo vecino le irritan las tradiciones. El alcalde de Ares no sale de su asombro y, por lo que dice en sus perfiles de internet, no está dispuesto a permitir que la campana enmudezca.

En la parroquia de San Pedro de Leixa unos cuantos amigos de lo ajeno robaron la campana de su ermita. La bajaron de su espadaña, cosa nada fácil, y no dejaron ni el badajo. Obviamente a los cacos no les interesa la campana ni su historia ni su afinación. Sólo quieren el cobre que contiene y, muy probablemente, a estas horas ya estará fundido el bronce y separado el cobre del estaño, listo para su venta. Hay gente para todo.

El párroco de Dolores, en la ilustrada plaza de Amboage, está preocupado por lo contrario. Su campana no suena, su reloj no marca las horas y su caja de caudales no tiene dinero para arreglarlas. Ferrol, ya se sabe, es tierra de relojes, campanas, sirenas y cañonazos por que la tarea de medir los tiempos y señalar el orto, el mediodía y el ocaso es un asunto de la máxima gravedad y consideración. Hasta le pusimos al dique más impresionante de los construidos en su época el nombre de Dique de la Campana, por su vecindad con las de San Julián.

Las campanas suenan más bien poco. Marcan las horas si la maquinaria del reloj funciona. Convocan a los fieles religiosos pero también a los demás vecinos. Las tienen los bomberos y algunas escuelas. Están a bordo en los buques y todavía se prescriben en el Reglamento de Abordajes para indicar su presencia en medio de la niebla. Además las campanas sonaban cuando se avistaba un incendio, asomaba la peste o se acercaban piratas o enemigos, como aquellos ingleses que nos quisieron mangonear. Y nada más. Pero podrían repicar cuando el Racing gane un partido, cuando se apunten nuevos vecinos en el padrón de habitantes, cuando comience la construcción de un barco y cada vez que vengan peregrinos a hacer el Camino Inglés. También, cuando se haga fijo indefinido a un trabajador temporal, cuando se abra un centro de atención primaria y cada vez que el Concello arregle un tramo de calle y elimine sus baches. El repique, en este caso, debería ser el mismo que cuando se evidencia un milagro o toque el gordo de la lotería.

domingo, 28 de noviembre de 2021

El AVE que viene

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 28 noviembre 2021

Todo vino de Inglaterra, por supuesto. ¿De dónde iba a venir? El fútbol y los scouts. Los ingenieros de la Constructora Naval y sus familias. El British School y el salón teatro New England. Los cañones Vickers y los cronómetros marinos. El té de las cinco. La gimnasia, las colonias, las excursiones pedagógicas, la educación al aire libre y las prácticas higienistas. Los primeros velocípedos y los telégrafos de órdenes en los que se leía full speed pero los ferrolanos acordamos que sería mejor decir filispín. Y claro, vinieron las locomotoras a vapor con sus maquinistas, sus fogoneros y el carbón que las movía. 

Guardo algunas fotografías en una caja que llamo “Ferrol en la Edad de Plata”, aquella ciudad que tuvo momentos de lucidez en el primer tercio del siglo XX. Unas pocas son del tren de la primera época del ferrocarril Betanzos-Ferrol. La máquina de vapor no tenía cabina ni marquesina que protegiera al maquinista ni al fogonero. Ambos visten gorra con visera y no parece que el viento, por la velocidad alcanzada, las hiciesen volar. El humo blanco salía por todas partes menos por la chimenea. Los vagones de mercancías y los coches de pasajeros tenían balconcillos exteriores por los que pasaba el revisor para pedir los billetes. Al pie de una de las fotos puede leerse: “Locomotora 020 construida en 1856 por Dodds & Son, Rotherham, Inglaterra”.  

Sobre el origen de los trenes ingleses, baqueteados y un tanto destartalados (con más de cincuenta años en sus vielas) que llegaron a Galicia tenía una teoría más que verdadera Wenceslao Fernández Flórez. Estaba convencido de que se habían escapado de las minas de hulla o de otros trabajos penosos, fríos y húmedos de aquellas tierras. Vinieron a parar al trayecto Betanzos-Ferrol o al pintoresco Santiago-Pontevedra, bajo el nombre de The West Galicia Railway Company. Eran trenes llenos de chinches en los que entraba la carbonilla por todas las junturas. Los trayectos de diez horas tardaban quince, con varias averías y paradas imprevistas a petición del público respetable. Mister Williams, ¿sería tan amable de parar después de aquella curva que me queda tan a mano para visitar a mi tía Gertrudis, aquejada de gota? Y el maquinista paraba el tren, muy cortésmente. La educación es la educación y las prisas malas consejeras.

Dicen que vendrán unos trenes a 300 kms por hora. No lo crean. Se han equivocado, afortunadamente. El trayecto Coruña-Ferrol lo seguirán haciendo a 30. A 30, y no a 300. Ningún tren AVE, Alvia, Avant o como se llame el futuro artefacto supersónico nos privará de un viaje entretenido, pausado, lento, en el que sigamos disfrutando de la insuperable belleza del golfo Ártabro. Faltaría más.

domingo, 21 de noviembre de 2021

Una vida buena

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 21 noviembre 2021

Durante siglos se definió la salud como ausencia de enfermedad. Estar sano era no estar enfermo. Estar enfermo, habitualmente, era morir. La vida era corta y, para la mayoría de la población, penosa. Hasta no hace mucho la esperanza de vida en nuestro país no llegaba a los cincuenta años, como ahora en algunas zonas del tercer mundo. Un porcentaje muy pequeño de la población cumplía los sesenta y vivía lo que Aristóteles definió como una vida buena. El maestro filósofo, nacido hace poco más de 2.300 años, creía que la actividad humana tendía hacia un bien superior, la felicidad. Se conseguía a través de una vida activa comprometida con la realización de las capacidades innatas. Una vida buena sería lo opuesto a darse la buena vida o tener una gran vidorra, en términos más castizos. La corriente aristotélica apostaba por un estilo de vida enmarcado en la sencillez, honestidad, frugalidad en el consumo, solidaridad con los congéneres y respeto por la naturaleza. Quien la pudiese disfrutar no encontraría sentido a ponerle fin, a suicidarse.

El suicidio creció en España un 7,4% en 2020 según el INE. Cerca de 3.000 hombres y más de 1.000 mujeres pusieron fin a su vida en el primer año pandémico, colocando al suicidio como la tercera causa de muerte. Fueron 4.000 personas de todas las edades, entornos, profesiones y grupos sociales las que consideraron que no tenían una vida buena y decidieron ponerle fin. La gran mayoría habían solicitado algún tipo de ayuda. El CIS calculó que un poco más del 6% de la población acudió a servicios de psiquiatría o psicología desde el inicio de la pandemia por causas como estrés, ansiedad, depresión, insomnio, problemas alimentarios, falta de energía y motivación. Casi tres millones de ciudadanos demandaron terapia y cuidados en salud mental a un sistema de salud, el español, muy deficitario en estas áreas. Aquí hay menos psiquiatras, psicólogos y enfermeros especializados en salud mental que en la media de Europa. La OMS, en su Atlas de Salud Mental de 2020, señala en nuestro país escasez de profesionales y medios adecuados para alcanzar un nivel aceptable de promoción y prevención en salud mental. 

Hoy no se define la salud como ausencia de enfermedad. Hoy se proclama que no hay salud si no hay salud mental. En una zona deprimida como este rincón del noroeste llevamos varias décadas afrontando el déficit de no tener una vida de calidad. El doctor Quintanilla Ulla, alcalde, escritor y académico, publicó un pequeño estudio en 1994 titulado El complejo mundo del suicidio. Ferrol y Galicia presentaban entonces -y presentan ahora- unas cifras alarmantes de personas que ponen fin a su vida. 



domingo, 14 de noviembre de 2021

Es la semántica, camarada Garzón

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 14 noviembre 2021

Al ministro Garzón se le atraganta la semántica como se le atragantó la carne. Se le dan mejor los números que las letras, al parecer, cosa que tropieza con su actividad de parlamentario. El ministro Garzón trató de echarle una mano a su compañera de partido Yolanda Díaz en su afán de clarificar lo que quieren hacer en materia laboral, cuando le asestó un duro golpe al idioma que usa para trabajar. Vamos a modificar los artículos más lesivos, eso es lo importante y olvídense de la semántica, vino a decir. El Diccionario de la Lengua Española (DLE) enseña que la semántica es la disciplina que estudia el significado de las unidades lingüísticas y sus combinaciones. El castellanohablante Garzón, Yolanda Díaz, Nadia Calviño, Pedro Sánchez y otros miembros del Ejecutivo, líderes de los agentes sociales y buena parte de los medios que los cubren, llevan enzarzados varios meses con el significado de la palabra reforma aplicada a la legislación laboral. 

Consultemos el DLE. Revertir: volver al estado o condición que tuvo antes. Derogar: dejar sin efecto una norma vigente. Por aquí no vamos bien. No se puede derogar y dejar un vacío legal, tampoco se pretende volver al articulado anterior a 2012. Hay que avanzar. Modernizar, actualizar: poner al día. Cambiar: convertir algo en otra cosa, frecuentemente su contraria. Modificar: dar un nuevo modo de existir a algo; reducirlo a los términos justos, templando el exceso o exorbitancia. Con estas expresiones afinan un poco mejor. La última pronunciada por la ministra Díaz fue reformular. El diccionario dice que se trata de enunciar algo en términos claros y precisos. ¡Al fin! Escribir los artículos atropellados por el gobierno de Rajoy, sin diálogo ni negociación ni consenso ni nada parecido, en términos claros y precisos. Aquellos, los más urgentes, recogidos en el componente 23 del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia consensuado en el gobierno coaligado y aprobado por la Unión Europea. A saber: simplificación en la contratación; reducción de la temporalidad; regulación y sostenibilidad del empleo; modernización de la negociación colectiva; subcontratación; y eficiencia de las políticas públicas de empleo.

La redacción en el nuevo articulado de cada una de estas cuestiones se debe antojar clara, precisa y limpia, como le gustaría a Antonio Muñoz Molina. Se deben, dijo el escritor, “…limpiar las palabras de la mugre y la costra del embuste…y la palabrería corporativa de las rutinas y los clichés y las insufribles muletillas de ese extraño idioma que comparten los profesionales de la política…”. Cosas de la semántica, imprescindible para saber lo que significan las palabras y aprender a decir lo que se quiere decir.

domingo, 7 de noviembre de 2021

Renunciar o cavar

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 7 noviembre 2021

Antonio Guterres no pasa por ser apocalíptico ni catastrofista. Sin embargo nuestro vecino portugués, secretario general de la ONU, escribió la sentencia por la que se recordará la cumbre de Glasgow: “Estamos cavando nuestra tumba”. Sin aspavientos y sin levantar la voz, como acostumbra, pero cargado de datos y evidencias empíricas, Antonio Guterres aportó al plenario infinidad de razones por las que la humanidad tiene que dar un golpe de timón de 180º. Las emisiones de CO2, el calentamiento global, la contaminación del aire, el consumo desaforado de primeras materias, la escasez de agua y otros recursos, convierten nuestra sociedad consumista en una amenaza real contra el planeta y contra nosotros mismos.

Cavamos nuestra tumba si seguimos quemando enormes cantidades de gas, petróleo y carbón y no las sustituimos por energías limpias. Lo hacemos para movernos a más distancia en menos tiempo, en avión. Lo hacemos porque queremos hogares confortables, calientes en invierno y refrigerados en verano. Necesitamos que se conserven en buenas condiciones los alimentos que comemos, aunque vengan de otra parte del mundo por muy lejana que sea. Y queremos vestirnos “a la moda”, decorar nuestras casas con el estilo “que se lleva” y disfrutar de nuestro ocio con viajes, menús supercalóricos y cervezas heladas aunque estemos en medio de la nada. Cambiar todo eso supone renunciar, al menos en parte, a los hábitos adquiridos en nuestro mundo de la abundancia. ¿Estamos dispuestos?

La encuesta del Instituto 40dB afirma que más del 60% de los españoles apoyan el fin de las ventas de automóviles de gasolina y diésel. El 72% optaría por prohibir los viajes cortos en avión cuando exista un tren alternativo. Cerca del 90% cree que es el momento de combatir el cambio climático y el 68% aprueba la subida de impuestos para las actividades más contaminantes y emisoras de gases de efecto invernadero. Un 75% apoya la implantación de zonas de bajas emisiones en las ciudades de más de 50.000 habitantes; recordemos que Ferrol está en este grupo de las 149 ciudades españolas que han de tomar medidas antes de 2023. La mayoría se muestran favorables a poner menos el aire acondicionado o bajar unos grados la calefacción; mejorar el aislamiento de las viviendas; consumir productos locales, ecológicos y de temporada; reciclar más y mejor e incluso reducir el consumo de carne, aunque al presidente Sánchez le parezca imbatible comerse un chuletón al punto.

Cuidar la naturaleza y no destruirla estúpidamente es un principio universalmente aceptado. O casi. Para el 17% de los votantes de Vox no existe el calentamiento global ni se está produciendo un cambio climático causado por el hombre. Es lo que hay.

domingo, 31 de octubre de 2021

El sueldo del alcalde

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 31 octubre 2021

Quedan en la terraza de siempre a la hora de siempre. Con normalidad. Y tranquilidad. Se sientan en una mesa las mujeres, Nenucha, Chuca, Chata, Calucha, Chitola y Cachita, y en la de al lado sus maridos, Chundo, Moncho, Juancho, Pancho, Gelucho y Tonecho. Con la disposición de siempre, que esta costumbre de sentarse así no la impuso ningún virus malandrín. Los hombres a su conversación y las mujeres a la suya, atentas además a la de los maridos, la mesa del otro lado, las redes sociales y los comentarios con Chente, el camarero-amigo de toda la vida.

Cuarenta mil euros tiene de sueldo el alcalde, dice Moncho, profesor de filosofía. ¿Es mucho o poco?, se pregunta. Pues depende, se contesta. Todo es relativo. Según la prensa los alcaldes de Pontevedra, Vigo, A Coruña, Lugo y Ourense cobran alrededor de los setenta mil. El de Santiago, cincuenta mil, y el de aquí los cuarenta mil eurillos del ala. Y ¿en relación a qué indicadores se fija el sueldo de un alcalde? Menuda pregunta. Pancho, que trabajara en la Caja de Ahorros, opina que debería hacerse una escala con los PIB’s de cada ciudad; con la riqueza que aportan. Chundo, que fuera titular de una librería, dice que tendría que baremarse por población. Juancho, antiguo contramaestre, sostiene que habría que escalafonarlos y pagarles en función de cómo mandasen las tropas municipales (funcionarios, contratados, etc…). Para eso les dan el bastón de mando. A Tonecho, anticuario jubilado, le parece que lo mejor es la ejecución del presupuesto anual: a cuánto asciende y en qué porcentaje se cumple. Gelucho, delineante de Bazán y sindicalista en dique seco, defiende la medida de la productividad: expedientes, inversiones, contratos, convenios y así. 

Como siempre las mujeres, todas ellas también jubiladas, están pendientes de cómo los maridos arreglan la política municipal y el resto del mundo. Chata, que fuera empleada de Correos, está indignada. Le parece que el alcalde de Ferrol no debería cobrar menos que el de Betanzos o Narón, por citar sólo dos ejemplos de villas cercanas. Chuca, profesora de matemáticas, hizo sus cuentas. Las alcaldías de Ferrol, Santiago y A Coruña, en comparación a sus iguales, cobran menos “gracias” a las devaluaciones que hicieron los tres antiguos alcaldes de la Marea. Total, debieron pensar, para lo que vamos a hacer y el tiempo que vamos a estar aquí, bien nos llega. Bajaron sus sueldos y después les bajó la marea. Cachita tiene una idea mejor. Ni productividad, ni PIB, ni presupuesto, ni población ni farrapos de gaita. Al alcalde hay que pagarle por bandos. Por el número de bandos que dicte y su calidad literaria. Se hace saber, por orden del señor alcalde, que a partir del próximo mes…

domingo, 24 de octubre de 2021

Socialdemocracia de manual

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 24 octubre 2021

Pedro Sánchez llevaba tiempo anunciando eso de la “socialdemocracia de manual”. Lo dijo en algunas entrevistas y lo confirmó con los hechos. El más relevante, opina servidor de ustedes, consistió en fulminar al marketiniano Iván Redondo, darle el papel relevante que merece el socialdemócrata (de los pocos que lo predica en sus perfiles sociales) Félix Bolaños, y transformar su discurso feroz de ser más de izquierdas que nadie por el de los valores moderados y europeístas de una socialdemocracia valedora del bienestar de los ciudadanos. En su intervención de cierre del congreso socialista Sánchez repitió hasta en cuarenta ocasiones -por si había alguna duda- que quería volver a ser socialdemócrata. Al día siguiente le otorgó a Yolanda Díaz la tarea de liderar el sudoku a la izquierda del PSOE, si es que eso es metafísicamente posible en estos momentos.

Sánchez ya vuelve a ser socialdemócrata de manual. Los apuntes, probablemente, los habrá tomado del programa de Scholz, futuro canciller alemán. “Una sociedad de respeto”, tituló el líder del SPD (partido socialdemócrata alemán, el más antiguo del mundo) su ideario, basado en recobrar los valores del entendimiento, la cohesión y el respeto. Para afrontar los grandes desafíos de la ecología y la digitalización; para rendir cuentas y ser transparentes; para reducir las brechas entre hombres y mujeres, jóvenes y mayores; las diferencias territoriales y las oportunidades en el campo y la ciudad; la desigualdad salarial; la calidad de la gestión de lo público y lo privado. Scholz quiso dejar atrás las divisiones, diferencias territoriales, las desigualdades, la confrontación y la negación del diálogo. Sánchez ha prometido seguirle, para lo cual ha engrasado los ejes de conexión entre partido, grupo parlamentario y gobierno. 

¿Y los territorios? En Galicia están en campaña de primarias para elegir a su nuevo líder. Gonzalo Caballero, actual secretario general, apuesta por conseguir un partido fuerte, poderoso, que le permita “confrontar” (sic) con el presidente permanente plenipotenciario Feijóo. Caballero apuesta por un socialismo de esquerdas, por si alguien desconoce su ubicación en el mapa político. Valentín G. Formoso propone una estrategia de “Sumar para Avanzar”, más en la línea pragmática de la socialdemocracia de Scholz y Sánchez (ahora). Formoso es defensor del diálogo, poco amigo de las confrontaciones y discusiones estériles. Ha prometido, en sus medidas programáticas, construir un manifesto socialdemócrata e galeguista, tarea sin duda ilusionante pero nada fácil de encajar. Caballero y Formoso pretender seguir los pasos de la renovada socialdemocracia europea y ganar las elecciones para gobernar. ¿En Galicia? Sí, eso dicen...

domingo, 17 de octubre de 2021

Mario y Mariano

 De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 17 octubre 2021

Son la cara y cruz de una moneda, el haz y envés de una hoja, los dos sentidos de una dirección. Tienen, como se dice ahora, una edad avanzada y disfrutan -que sea por muchos años- de su condición de expertos en lo suyo. Mario en literatura, Mariano en política. 

Mario Vargas Llosa, el escribidor, es un maestro del idioma español. Conoce el lenguaje y hace ostentación de ello. Es dueño de las palabras y, por eso, dice siempre lo que quiere decir. Mario, el escribidor, conecta pensamiento y lenguaje con gran precisión en cada una de sus intervenciones, conferencias, entrevistas o en la convención del Partido Popular. “Hay que votar bien” afirmó sentando cátedra. No importan las libertades. No importa la independencia de las personas, ni su capacidad crítica, ni su pensamiento analítico. No es necesario el respeto hacia la conciencia individual. “Hay que votar bien”, lo que se traduce en votar como yo, de acuerdo a mis ideas, al partido político que yo voto. Porque, huelga decirlo, Mario el escribidor no votará pensando que vota mal y él, que es un hombre reflexivo galardonado con un premio Nobel, estará en posesión de la verdad, naturalmente. De la verdad verdadera, de la verdad única, de la auténtica verdad que le permite presumir de hacer bien todo lo que hace. También en política, como cuando se presentó a las elecciones presidenciales en Perú y sus compatriotas no le votaron. Los peruanos votaron mal, obviamente, y Mario el escribidor después de su fracaso en política se volcó más en la escritura.

Mariano Rajoy Brey, el registrador, es también un gran maestro del idioma pero del suyo propio. No domina el lenguaje y crea su jerga. No es capaz de conectar lo que piensa con lo que dice y así dice lo que dice. Maneja un vocabulario muy escaso que necesita domar en un papel. Sin papeles Mariano el registrador es capaz de retorcer las palabras y desnudarlas de significado. Sin embargo a Mariano el registrador le fue muy bien en política, a pesar de haber sido parachutado de un puntapié a Madrid por el indomable Fraga. Aznar le arropó, le nombró ministro y después sucesor, cosa de la que se arrepiente eternamente. Aznar, digo. Pero a Mariano, el registrador, las cosas de la política le fueron saliendo de las manos a base de no hacer nada, o mejor dicho, de “hacer las cosas como dios manda”. Votar como dios manda, hacer las cuentas como dios manda o prometerle a los cordobeses un aeropuerto como dios manda. 

Mario y Mariano son dos magníficos predicadores del pensamiento único. A eso se dedican cuando les dejan los fiscales y los inspectores de Hacienda, a quienes no les parece que figurar en los papeles de Bárcenas y de Pandora sea hacer las cosas bien ni como dios manda.

domingo, 10 de octubre de 2021

El café, licor cerebral

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 10 octubre 2021

El Consejo de Castilla (actual Consejo de Estado) le encargó al bueno de Jovellanos un informe sobre las mejores maneras de entretener a los ociosos, vagos y malandrines. Había demasiados en aquella España dieciochesca. Algunos sin oficio ni beneficio, otros de naturaleza inclinada al morapio y al aguardiente, y muchos de clase noble poco dados a los estudios y menos al trabajo. Había arraigado la costumbre de asistir a espectáculos sangrientos, sobre todo basados en luchas entre animales (luchas de toros) o la propia lidia del toro con final de muerte. Jovellanos era contrario al maltrato animal y así lo escribió y lo explicó en multitud de ocasiones cuando fue requerido para presidir una celebrada y multitudinaria corrida. Estudió las fiestas, romerías, juegos y entretenimientos tradicionales en toda España y escribió su informe. De él nos interesa destacar que Jovellanos, de nombre Gaspar Melchor Baltasar -que ya hay que tener unos padres con poca imaginación y mucha mala uva-, defendía la necesidad de que se establecieran “cafés o casas públicas de conversación y diversión cotidiana, con juegos sedentarios y lícitos de naipes, ajedrez y damas, los de útil ejercicio como el billar, la lectura de papeles públicos y periódicos, las conversaciones instructivas y de interés en general…”. Y todo eso por que, al margen del interés de nuestro ilustrado -y un poco ingenuo- hombre de Estado en las tertulias, los periódicos y los juegos sedentarios lícitos, el café estaba de moda. Muy de moda. El café y las otras plantas milagrosas traídas de ultramar, como indicó el Licenciado Antonio Lavedán en su Tratado de los usos, abusos, propiedades y virtudes del tabaco, café, té y chocolate (Imprenta Real, Madrid, 1796). Antonio Lavedán era cirujano del Ejército y de la Real Familia, nada menos, y lo que escribía era como un ensayo avalado por la Corona. Sobre el café, en ese delicioso librito, escribió: “produce muy buenos efectos su moderado uso, como es corroborar el estómago, ayuda a la digestión, aumenta la memoria, aviva la imaginación y causa alegría”. La infusión, a finales del siglo de Las Luces, se había extendido por todas las ciudades populosas, como Madrid, Cádiz, Barcelona y otras partes, dijo Lavedán. Una de esas “otras partes” fue la villa de Ferrol, establecido el comercio portuario con La Coruña una vez regularizado el correo marítimo con los paquebotes mensuales a Cuba. La ciudad naval estaba bien surtida de barriles de café en verde, y pronto surgieron tostadores, comerciantes y establecimientos públicos de café, compitiendo ferozmente con las tradicionales tabernas y mesones. El pasado 1 de octubre fue el Día Internacional del café. Jovellanos lo celebraría.

domingo, 3 de octubre de 2021

Imaginación y memoria

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 3 octubre 2021

La pandemia nos aisló y nos zarandeó. Estamos saliendo de las zarpas del coronavirus pero no lo derrotamos. El covid 19, como otros muchos patógenos microscópicos, permanece a nuestro lado. No nos deja solos y nos recuerda la posibilidad -cierta- de que en algún otro momento nos vuelva a confinar. El balance del aislamiento padecido, involuntario y obligatorio pero comunicado (teléfono, televisión, radio, internet, redes sociales, aplicaciones de mensajería, videoconferencias, etcétera) es cruel por antisocial. Pero tuvo un fantástico remedio: el libro. Los españoles leímos más y leemos más. Abren nuevas librerías, se reactivan las editoriales, se llenan las bibliotecas y hasta se colonizan nuevos espacios: en cafés, centros de ocio, bibliotecas ambulantes, digitales… Stefan Zweig decía que desde que existe el libro nadie está completamente solo pues tiene al alcance de su mano el presente y el pasado, el pensar y el sentir de toda la humanidad. El libro se ha mostrado como un artefacto milagroso y terapéutico, inmortal, capaz de esperarnos cuando nos recomponemos de una catástrofe como la vivida. Así nos lo recuerda Irene Vallejo en El infinito en un junco y así nos lo enseñaba Jorge Luis Borges. El libro es el más asombroso instrumento inventado por el hombre, y lo es, decía, porque “es una extensión de la imaginación y la memoria”. En algunos seminarios citaba a Milan Kundera: “Para liquidar a los pueblos se empieza por privarlos de la memoria. Destruyen tus libros, tu cultura, tu historia. Alguien escribe otros libros, les da otra cultura, inventa otra historia; después la gente comienza a olvidar lentamente lo que son y lo que fueron”.

Estamos en plena celebración de La noche de los libros. No aquí, en Ferrol, ni ahora, naturalmente, pero sí en otras ciudades españolas y en su capital, la Villa de Madrid. Aquí sabemos celebrar la noche de las Pepitas y la noche de la moda, aunque lo decimos en pitinglish:  La fashion nigth. Aunque uno no se resigna a imaginar -seguimos con Borges- como sería el homenaje, día y noche, al libro. Programa: conferencia de un gran escritor en el Jofre; clubes de lectura en el Ateneo, Biblioteca Municipal y Casa del Patín; tertulias literarias en los cafés; visita y (re)descubrimiento de la Biblioteca Naval; encuentros literarios en el dique de la Cabana, muelle de Curuxeiras, Fontelonga, y fábrica de lápices; romería al monte de los Poetas, en la ladera de Brión; conversaciones en la fuente de San Roque; y talleres, cuentacuentos, conciertos, lecturas dramatizadas, rutas presenciales y encuentros digitales, y, como no, unas flores y un saluda a Gonzalo Torrente Ballester en el jardín botánico del campus universitario. Ferrol, ciudad lectora.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Un mal aire

De guarisnais 
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 26 septiembre 2021

Nos hemos desayunado con la noticia de que en Ferrol tenemos un mal aire. Buen café, buenos churros, pero mal aire, o mejor dicho, aire de mala calidad. Los ferrolanos respiramos poco (cada vez somos menos) y mal, según nos cuentan la OMS y la Agencia Europea del Medio Ambiente. El aire del Departamento del Norte, sople del nordeste en primavera y verano o del sudoeste en otoño e invierno, viene limpio y seco o húmedo, según corresponda, pero en cuanto cruza la Puerta Nueva se contamina y se vuelve tóxico. Se carga, dicen los que saben, de 13 microgramos por metro cúbico de dióxido de nitrógeno (NO2), cuando el límite que garantiza su calidad no debe sobrepasar los 10. A ver, no se duplican los valores de toxicidad como en A Coruña o Vigo, ni se triplican como en Barcelona y Madrid, pero eso no debe consolarnos. Debemos aspirar a poder inspirar un aire limpio.

La Ley de Cambio Climático nos obligará, como ciudad de más de 50.000 habitantes, de momento, a crear zonas de bajas emisiones antes de 2023. Las grandes capitales ya están en ello. Que si prohibición de acceso de los vehículos más contaminantes a los centros históricos. Que si pagar por entrar. Que si un día entran los de matrículas pares y otro los impares. Que si se transforman las calles en plataformas únicas para coches y peatones con límites de 20 km/hora. Que si se peatonalizan completamente. Que si se potencia el transporte público, eléctrico, y el uso de bicicletas, patinetes y demás artefactos ligeros y medidas así. La ley es clara: hay que calmar el tráfico, reducir las emisiones y el ruido y mejorar la calidad del aire.

Aquí es donde surge el problema ferrolano y propiamente ferrolano, que diría aquel. Aquí no se precisa calmar el tráfico porque no hay un problema de circulación. El problema es calmar la búsqueda de aparcamiento. El conductor medio en esta ciudad tarda 10 minutos en su trayecto y 20 minutos en aparcar. Contamina para aparcar. No para dirigirse a un aparcamiento regulado y de pago, sino para encontrar un hueco gratis en superficie o en alguno de los leira parkings que se instalan en el centro. Las calles son un gran aparcamiento en superficie, limitado pero gratuito, en el que el conductor ferrolano busca infatigablemente el lugar ideal para parar su coche: en la puerta de su casa, en la puerta del bar, en la puerta del comercio, en la puerta del ambulatorio, o en cualquier otra puerta. Emplea mucho tiempo y emite demasiados gases irritantes (asma, enfermedades respiratorias y pulmonares) además del gasto en combustible, con la finalidad de no gastar en aparcamiento. Los técnicos de la AEMA y la OMS no deben salir de su asombro. ¿Cómo se deja de contaminar cuando se trata de aparcar -y apagar- los coches?

domingo, 19 de septiembre de 2021

Clima y salud

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 19 septiembre 2021

Desde la Organización Mundial de la Salud se difunden mensajes contradictorios. Demasiados, de demasiadas voces. El próximo mes de marzo podría darse por finalizada la pandemia, pero se confirma que la eficacia de las vacunas desciende drásticamente a partir del veinteavo mes de la inoculación. El porcentaje de vacunados bate todos los registros sanitarios, pero sólo en el primer mundo; hay países en los que no llega al cinco por ciento de la población. Los avances científicos están siendo extraordinarios, pero no garantizan que permitan atajar una nueva infección por otro virus o una mutación de los actuales en los próximos años. Algunos epidemiólogos hasta se han atrevido a poner fechas y estiman que no será más allá del 2030. 

No debemos olvidar que las enfermedades infecciosas han sido siempre la primera causa de muerte muy por encima de las guerras, catástrofes naturales, terrorismo, enfermedades comunes o accidentes. La especie humana se ha dotado de todo un arsenal de plegarias, ritos, sacrificios y sangrías, que le permitían luchar contra las pestes, disenterías, viruela, gripes, fiebres tifoideas, tuberculosis y malaria, hasta que se descubrieron los beneficios de potabilizar el agua, construir alcantarillados y practicar la higiene personal. Hoy nuestro arsenal está compuesto de antiparasitarios, antibióticos, vacunas (aunque no en todos los casos) y el más potente de todos los remedios: el conocimiento.

Es el conocimiento el que ha llevado a firmar un único editorial a más de doscientas de las mejores revistas médicas de todo el mundo, publicado recientemente en la ONU. Su titular: “El calentamiento global ya está afectando a la salud de las personas”. Existe evidencia empírica, se dice allí, de que en los últimos veinte años la mortalidad relacionada con el calor entre las personas mayores de 65 años ha aumentado en más de un cincuenta por ciento. No se trata únicamente de que el cambio climático provoca fenómenos atmosféricos extremos, altos niveles de polución y cambios perversos en la naturaleza. Afecta, directa y gravemente, a nuestra salud: deshidratación, problemas renales, neoplasias dermatológicas, alteraciones en salud mental, alergias, morbilidad y mortalidad cardiovascular y pulmonar, son algunas de las patologías que provoca directamente nuestro modo de vida. Es imperativo cambiarlo, dicen los científicos, mientras advierten a los responsables de todas las administraciones sobre la necesidad de rediseñar los sistemas de transporte, modelos de ciudad, la producción y distribución de alimentos y la mejora de los sistemas de atención a la salud. Sabemos lo que hay que hacer pero ¿seremos capaces de hacerlo con la intensidad y rapidez necesarias? Veremos.

domingo, 12 de septiembre de 2021

Pesar el Sol

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 12 septiembre 2021

Así llamaban los marinos antiguos al acto de tomar la altura del Sol sobre el horizonte: pesar el Sol. Era una tarea difícil que implicaba manejar los mejores instrumentos náuticos y disponer del conocimiento más avanzado. “Cosa es muy ardua guiar la nao por el golfo de la mar donde sólo cielo y agua ver se puede”, afirma el maestro Pedro de Medina en el Regimiento de Navegación publicado en 1563. Continúa: “Qué primor y sutileza tan singular es que un hombre con un astro tome la altura del Sol, siendo el Sol más de cien veces mayor que toda la Tierra. Y que pasando el Sol en el astrolabio por muy sutil y delicado lugar sabe lo que el Sol ha subido desde que salió hasta el mediodía. Y por esta subida y cuenta que con ella se hace sabe el lugar en que está y cuánto ha navegado por el camino que ha llevado y si ha subido o descendido o si va derecho al lugar dónde quiere ir”. Dicho en términos más directos, de medir bien la altura del Sol se podría marcar correctamente la posición en la carta, calcular tiempo y distancia al destino y estimar si los víveres serían suficientes. O, su equivalente, saber si esa travesía acabaría felizmente y llegarían con vida a la costa aunque fuese “flacos como no se vieran los hombres jamás”.

El astrolabio fue el gps de una época. El astrolabio de Viveiro, recientemente hallado por los arqueólogos subacuáticos en los pecios de tan maravillosa ría, parece que era como un gps premium. Es el primero encontrado en Galicia y será estudiado por los especialistas que, en esta materia, haberlos hailos y de alta cualificación. Se trata de un astrolabio datado entre 1575 y 1622 del que pronto se sabrá el origen de su fábrica y el maestro que lo firmó. Pedro de Medina advertía de la conveniencia de tener los instrumentos “bien aparejados y ciertos”, así como “muy bien hechos y bien pulidos”. El astrolabio de Viveiro reúne todas esas condiciones, según nos dicen.

En la sala 8 del Museo Naval de Ferrol un pequeño cartel informa que en el año 1786 se puso en funcionamiento un magnífico obrador de instrumentos náuticos en el Arsenal. Ya se habían superado los astrolabios, sondas, ballestillas, cartas y agujas de marear, instrumentos propios de los siglos XVI y XVII. Era la época de los octantes, sextantes, cronómetros marinos, compases y cartas y portulanos mucho más precisos. En ese taller firmaron sus trabajos Andrés Baleato, Andrés Antelo, Pedro Torres y Fulgencio Rodríguez, autor del sextante expuesto en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de A Coruña. En los siglos XVIII y XIX los sextantes sustituyeron a los astrolabios como exponentes de la más alta tecnología en navegación de altura. El gps ya es otra cosa, que diría algún contramaestre nostálgico.

domingo, 5 de septiembre de 2021

Festejos sin fuegos

De guarisnais 
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 5 septiembre 2021

Era otro Ferrol igual a este Ferrol. Hay más de un siglo de distancia con aquel 1906 pero parece que fue ayer. El Departamento perdía población, como ahora. Había gran carencia de empleo, como ahora. La Marina y el Astillero añoraban tiempos mejores, como ahora. Los festejos de Amboage tampoco incluyeron fuegos artificiales; sin novedad.

A Victoriano Suanzes le correspondió escribir la Revista del año para publicarla en el Almanaque de 1907. Una revista, en forma de breve crónica, en la que se recogían los sucesos más notables de cada mes. En agosto tocaban los festejos anuales, claro, tan necesarios para los vecinos y que estuvieron en un tris de desaparecer. Fue la entusiasta agrupación La Gratitud la que superó las dejadeces y desmayos habituales para honrar al benefactor D. Ramón Pla y Monge, marqués de Amboage, y con ello hacer posible “que hogares humildes y modestos que libran dolorosas batallas para afrontar las necesidades de hoy y aún el más triste porvenir del mañana, enjugar esas lágrimas y confortar los espíritus abatidos…”. Vamos, como ahora.

No pudieron celebrarse las famosas carreras de velocípedos pero sobresalieron otros números como las regatas, el certamen de murgas, el de baile regional, el concurso de orfeones y el de escaparates. Fue este, nos dice Suanzes, un espectáculo nuevo que despertó gran interés en el público. En la camisería La Marina confeccionaron el castillo del escudo de Ferrol con corbatas. Un globo colosal de telas de colores ocupó el centro del escaparate de El Cielo. En el ultramarinos de D. Santiago Barreiro se copió la portada del Dique con garbanzos, galletas, azúcar y otros artículos. La sucursal de la casa Singer instaló en su salón un taller de confecciones con muñecas costureras. El escaparate de la Villa de París se adornó con un artístico jarrón de flores sobre un pedestal modernista, hechos a base de pañuelos de seda. La relojería del señor Aulet señalaba la hora de comenzar el concurso en una esfera de gran tamaño, “elevándose sobre el cuerno de la abundancia…de relojes”. Y así toda la ciudad, vestida y engalanada para agradecer la disposición testamentaria del marqués por la que se repartían 5.000 pesetas entre los pobres de la localidad.

Los festejos fueron bien y sirvieron como anticipo al gran acontecimiento que tendría lugar semanas más tarde: la botadura del crucero Reina Regente. Entonces, como ahora, la ciudad sabía diferenciar los tiempos de asueto, folclores y murgas con lo que justifica su papel en una sociedad moderna y desarrollada, la construcción de barcos. Escribía Suanzes: “La suerte de Ferrol estará siempre íntimamente ligada a la de la Marina y a la de la Patria”. A ver, como ahora, con más o menos fuegos artificiales.

domingo, 29 de agosto de 2021

Cinco nombres escritos en el suelo

De guarisnais 
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 29 agosto 2021

La ejecución de los proyectos de cierta envergadura tiene vida propia, esto es bien conocido. Se dibuja una cosa, se presupuesta otra, se aprueba una tercera y se ejecuta la obra al buen saber y entender de quien la hace. El caso de la premiada plaza de Armas es un buen ejemplo. Le cambiaron hasta el nombre del proyecto. Y una rampa de acceso que iba a salvar las escaleras, pues va a ser que no. Y un tablero de ajedrez que no estaba previsto, pues esto sí. Y una escultura de grandes bloques de granito como homenaje al barrio de la Magdalena, pues fuera con ella. Y todo así. Hasta el rediseño de última hora de homenaje a algunos de los ingenieros ilustrados que construyeron el nuevo Ferrol. Ah, pero…¿no sabían que la plaza incluye un agradecido reconocimiento a los marinos ilustrados que construyeron el Arsenal, los astilleros y el Nuevo Poblado de la Magdalena? Pues lo incluye, aunque para verlo hay que mirar al suelo. Deberán ustedes bajar la vista (cosa que siempre viene bien para no meterse en una fochanca o tropezar con algún granito rebelde) y pasear la acera de la calle Real opuesta al palacio municipal. Allí están grabados en piedra los nombres de cinco ingenieros y arquitectos que más y mejores obras hicieron en esta villa.

Cosme Álvarez presentó el proyecto para el Astillero de Esteiro en 1749 y en 1750 confecciona el plan de Arsenal. Fue uno de los primeros directores de esta obra, además de jefe de la Escuadra y comandante general del Departamento. Joseph Petit de la Croix fue ingeniero jefe del Arsenal. A él se debe el proyecto del Cuartel de Batallones de Marina, hoy Cuartel de Dolores, de 1751. Un edificio con capacidad para acuartelar a 4.000 infantes de marina, presidido por el patio cuadrado porticado de 100 varas de lado. Francisco Llobet realizó el plano de 1757 en el que se define el martillo del malecón, la plaza de acceso a Puerto Chico y comienza a levantarse la monumental Sala de Armas, más conocida como Cuartel de Instrucción de Marinería. Jorge Juan y Santacilia, el sabio y gran espía español, trazó en 1761 uno de los últimos planos de la Magdalena, además de hacer mejoras en el Arsenal y fomentar el sistema de construcción de buques “a la inglesa”. Y por último, tal vez el más importante, Julián Sánchez Bort, ingeniero y arquitecto que construyó el gran Tinglado, finalizó la Sala de Armas, la Teneduría, el Cuartel de Presidiarios y diseñó la iglesia de San Julián.

Fueron cinco marinos ilustrados con los últimos conocimientos atesorados en la Compañía de Guardias Marinas, la Academia de Matemáticas de Barcelona y la Academia de Nobles Artes de San Fernando de Madrid. Ferrol les debe mucho. Una lástima que para reconocerles sea preciso escudriñar el suelo. 

domingo, 22 de agosto de 2021

Ciudades caducadas

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 22 agosto 2021

Cada vez más arquitectos y urbanistas hablan de que el modelo de ciudad actual está caducado. Se refieren a las grandes ciudades habitadas por varios millones de vecinos. Han dejado de ser eficientes, dicen, y se han convertido en focos de contaminación. Su aire está contaminado, generan más residuos de los que pueden gestionar, el ruido producido es insano (sobre todo en España), a lo que hay que añadir el ritmo, las prisas, la tensión, el estrés…Las grandes ciudades se han convertido en islas de calor urbano, espacios duros tomados por el asfalto, los vehículos que queman combustibles fósiles, y los enjambres de edificios más parecidos a contenedores de alta capacidad que a lugares de alta calidad residencial. Las ciudades tienen fecha de caducidad, como los yogures, y muchas ya la han sobrepasado.

Ferrol está incluida en el grupo de las grandes ciudades españolas. Figura casi al final del ranking de las 149 que superan los 50.000 habitantes, pero con más vecinos que capitales de provincia como Zamora, Ávila, Cuenca, Huesca o Segovia, por citar algunas. Todas ellas ciudades viejas, antiguas, cargadas de sabiduría, cultura e historia. No es el caso de la ciudad departamental, hasta hace poco villa de realengo transformada en ciudad por necesidad de la Corona española. Carlos III la expropió, Isabel II le dio el título. La ciudad creció a la sombra del Arsenal y los Reales Astilleros, y se amplió con la absorción del ayuntamiento de Serantes hace cuatro telediarios, podríamos decir.

Ferrol no parece tener fecha de caducidad porque no está amenazada de los males de las grandes urbes. Pero sí tiene fecha de consumo preferente como saben los ferrolanos de toda la vida y esa preferencia ya se ha cumplido. La ciudad no está atiborrada de tráfico pero tiene un serio problema para acomodar los coches parados. No ha integrado la naturaleza en su interior pero tampoco sufre una mala calidad del aire. Presume de manjares como las almejas o los chocos de la ría a pesar de que la convirtió (esto sí es grave y tiene caducidad) en una cloaca. No tiene polígonos industriales porque su limitado desarrollo vino amparado por una sola industria. Y cuenta con una razonable red de infraestructuras que facilitan la alimentación, comercio, educación, salud y cierto ocio saludable y sostenible.

La ciudad la diseñaron otros hasta hace bien poco. Los ensanches y las barriadas de Recimil y Caranza forman parte de los planes expansionistas posteriores a la guerra civil, así como la integración de todas las parroquias rurales pertenecientes a Serantes. Ahora son espacios vacíos que ofrecen un nuevo modo de vida a poca distancia de la pequeña urbe ilustrada. Ferrol tiene que encontrar su propio modelo de ciudad.



domingo, 15 de agosto de 2021

Torreón y linterna

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 15 agosto 2021

Cada mes de agosto el mundo se acuerda de los faros. La celebración de un  homenaje comenzó en América del Norte y se transformó, poco después, en el Día Internacional de los Faros. Se trata de un breve recordatorio que, a juicio de quien les escribe, merecería algún acto de mayor enjundia, al menos en estos lugares que nacieron, viven y tienen su razón de ser al lado del mar.

En 1847 entró en vigor el Plan General para el Alumbrado Marítimo de las costas y puertos de España. Había 21 faros en funcionamiento y el plan contemplaba la construcción de 105 nuevas torres. Se trató, conviene recordarlo, de un proyecto muy ambicioso que, esto es noticia por su rareza, se llevó a cabo. “El de los faros fue, junto a los ferrocarriles y las carreteras, uno de los programas de obras públicas más ambiciosos de la época”, se dice en una monografía publicada por el Ministerio de Fomento.

Se ejecutaron con prontitud las obras de 10 faros de diferente orden y 8 luces menores en Galicia. Entre ellos estaban el Faro de Cabo Prior y la luz de puerto de Prioriño. El faro de tercer orden de Cabo Prior se iluminó en 1853 con una luz blanca de 15 millas de alcance. Mantiene su “sagrado servicio” desde entonces con diversos cambios y actualizaciones. En 1974 se electrificó, se instaló una linterna cilíndrica, óptica catadióptrica y nuevo mecanismo de rotación. Un año más tarde, en 1854, se encendió la luz de Cabo Prioriño. Era una luz fija variada por destellos rojos, suministrada por una lámpara de aceite. Destinado a señalizar la entrada a la ría de Ferrol, situado en el extremo occidental de su costa norte, pronto se complementó con una pequeña luz en la punta del Segaño. En 1977 se instaló en Prioriño un radiofaro con reflector pasivo de radar acoplado.

El alumbrado de la costa era, ya lo dijimos, una prioridad de Estado. Los faros se diseñaron por los ingenieros de obras públicas como torres de piedra de cantería que debían asentar firmemente el torreón y la linterna. A sus pies, compactos y austeros edificios de torreros, con vivienda, almacenes de repuestos, cuartos de inspección y hasta espacio para las armas necesarias que permitieran defender tan importantes emplazamientos. Se creó la primera Escuela de Torreros de Faros de España en la Torre de Hércules, bajo la dirección de Agustín Antelo, quién escribió en 1850 la Cartilla de Instrucción para servicio de los faros catadióptricos. Un año más tarde, en 1851, entra en vigor el Reglamento del Servicio de los torreros de faros, y así hasta hoy.

Ya casi no quedan torreros (técnicos de señales marítimas) pero ahí están, por siempre, los faros, en pie, alumbrando las líneas tortuosas de las costas limítrofes entre la mar y la tierra.

domingo, 8 de agosto de 2021

Envidiable Paisaje de la Luz

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 8 agosto 2021

Otros escritores lo intentaron antes pero fue Jorge Luis Borges quien asentó definitivamente el concepto de envidiable. Los españoles para decir que algo es bueno dicen que es envidiable. En esto, como en casi todo (aunque no pronosticó demasiado bien el futuro de la siesta, por ejemplo) Borges sentó cátedra. 

El Paisaje de la Luz, ahora reconocido patrimonio mundial, es envidiable. Lo son sus bienes, lo fue la gestión de la candidatura ante la UNESCO y lo serán las garantías tomadas para su conservación y disfrute de cualquier ciudadano del mundo. Aquello que comenzó como un proyecto que giraba alrededor del Paseo del Prado y el Parque del Retiro se convirtió en una potente filosofía condensada en el llamado Manifiesto de la Luz. De él extraigo su idea central: “Conscientes de la importancia de su carácter único y excepcional, se comprometen a preservar sus valores, contando con la participación de la ciudadanía, para que esta luz del pasado y presente sea, ahora más que nunca, una luz de futuro”. Lo asume, firma y rubrica, el Consejo Cívico y Social, órgano tutor compuesto por todas las instituciones implicadas, léase archivos, academias, ministerios, Ateneo, bibliotecas, reales fábricas, empresarios, centros culturales, ayuntamientos, reales sociedades, gremios, parroquias, institutos…en una larga lista de la que merece destacarse la presencia del Museo Naval de Madrid y el Ministerio de Defensa.

Queda protegida la larga vida del Paseo del Prado, primer paseo arbolado de Europa y primero del mundo de uso público. Prototipo de las alamedas urbanas desde el siglo XVI y modelo que se extendió por España y América, quien sabe si fue el origen de la alameda del Cantón, la primera de Galicia y de las primeras del noroeste español. Y la del Retiro, el Jardín Botánico, el Observatorio astronómico, los Museos del Prado, Thyssen y Reina Sofia, la Biblioteca Nacional, las fuentes de Cibeles, Apolo y Neptuno, el Palacio de Cristal, la Real Academia, el Museo de Artes Decorativas, el propio Museo Naval, y así hasta 90 monumentos algunos perfilados hace 500 años pero, su gran mayoría, levantados en el Siglo de la Luz -especialmente impulsado por Carlos III-, algo también propio de nuestro Ferrol desnortado incapaz de avanzar en su propia candidatura a convertirse en patrimonio de todos.

En mi próximo cafelito en el Gijón, en los Recoletos del Madrid de los cronistas, aprovecharé para conocer la opinión de Larra, Galdós, Gómez de la Serna y el mismísimo Umbral sobre la reconversión de su Madrid de paseo, tertulia y mazo de cuartillas en un privilegiado lugar de paisajes, naturaleza, artes y ciencias. La Ilustración está más viva que nunca en el envidiable Paisaje de la Luz.

domingo, 1 de agosto de 2021

Cuaderno de estampas ferrolanas

De guarisnais 
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 1 agosto 2021

Carlos Sánchez Leira escribió un cuaderno de estampas ferrolanas. Lo escribió para él y los suyos, con el único afán de vencer a la memoria frágil y selectiva. Retrató personajes, a su familia, los oficios, las costumbres, las creencias y los dichos y canciones que aprendió desde su niñez. Escribió, igualmente, la huella que le dejaron sus estudios, las incontables lecturas, los pensamientos políticos y las creencias de su Ferrol. Trazó en el papel toda su andadura, como si de una autobiografía o unas memorias se tratase, aunque el resultado no es ni una cosa ni la otra. Carlos Sánchez Leira no se consideraba el protagonista pagado de sí mismo, sino una simple pieza en el engranaje vital de una ciudad bipolar, jerarquizada, sin identidad y con múltiples identidades a la vez que no acababan de conformarse con su papel en la historia.

En las páginas de ¡Repinaldos dulces! Memorias de un ferrolano 1917-2007, editadas por sus herederos -capitaneados por Margarita Sánchez, la historiadora conocedora de todos los intríngulis de la ciudad-, aparecen retratados los mundos de Esteiro, Serantes y Ferrol, lugares donde vivió; figuran dibujadas las costumbres imperantes en el reinado de Alfonso XIII, la dictadura de Primo de Rivera, la segunda República, el alzamiento militar, la guerra civil, la dictadura de Franco y la monarquía parlamentaria nacida en democracia. Todo el siglo XX, para resumir. Y todo retratado en un meticuloso orden cronológico, que comenzó cuando su abuela Carola le “cortó el cordón umbilical con la tijera del pescado y lo ató con presteza valiéndose de bramante de paquetería”.

En aquel Esteiro que despertaba temprano con los pregones de los vendedores de leche, cerezas, pescado -parrochitas de Caranza-, churros y repinaldos dulces, manzanas de forma alargada, mucho olor y sabor exquisito, nos aclara Sánchez Leira. En el que en las fiestas de las Angustias se comía siempre pollo estofado y arroz con leche. El Esteiro sórdido que bullía al recibir a los marineros de la escuadra inglesa y el alegre que veía a sus niños jugar a la peonza (ganaba el que tenía una pinacha de júcaro, claro), las canicas, la billarda, el aro y las lombas. 

Y en el posterior Ferrol que medía el tiempo a disparo de cañón, orto, meridiano y ocaso, complementado por los pitos de sirena de la Constructora. Las fiestas de agosto, los viajes en lancha, la Escuela Obrera y la de Artes y Oficios, las tertulias en el Café Sporting, los desayunos de cascarilla de cacao, como los de los coruñeses pero mejores, la vida con cartilla de racionamiento y su trabajo como funcionario municipal. Así llenó  500 páginas de un auténtico tratado de la historia ferrolana, sea lo que sea eso.




 

domingo, 25 de julio de 2021

La plaza de Armas, de armas tomar

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 25 julio 2021

¿Qué cómo estaba la plaza? La plaza estaba a punto de colapsar. Materiales fatigados, estructura agrietada, el hormigón con los hierros corrugados al aire, agua filtrándose por todas partes, y cosas así, impedían acometer su reparación. El coste de sustituir el aparcamiento por otro, al parecer, era demasiado elevado a la vez que improcedente. La decisión estaba tomada y sólo faltaba encontrar un proyecto rompedor, distinto, sorprendente. Carlos Pita, profesor de arquitectura y arquitecto archi galardonado, ganó el concurso para el nuevo diseño de la plaza de Armas con un diseño de armas tomar. Una plaza muy vacía (Pita opina que Ferrol necesita oxigenarse, ventilarse, permitir que corra la brisa atlántica por la Magdalena ilustrada) perimetrada por tilos y con pavimento hecho a base de una mezcla de áridos. Arena gruesa compactada, dicho en ferrolano. Estaba llamada a ser el “lugar de todas las cosas” que posteriormente devino en “lugar de todas”, quien sabe si por sugerencia de algún militante en el mareante lenguaje inclusivo. Una plaza con vocación de recuperar el espacio central para celebrar todo tipo de actividades: musicales, escénicas, exposiciones, mercadillos y ferias temáticas, etcétera.

El tiempo y el jurado de la asociación Fomento de las Artes y el Diseño (FAD) le han dado la razón.  A la nueva plaza de Armas le concedieron el premio en la categoría de Ciudad y Paisaje, poniendo en valor el atrevimiento al convertir ese espacio en algo más humano y acogedor. La respuesta en las redes sociales, muy ferrolana y mucho ferrolana que diría aquel político amigo de fumarse puros ante cualquier disyuntiva, fue la esperada. Polarizada, extremadamente polarizada. Y, en todo caso, alejada de la mesura, la razón y la templanza. El concejal Basterrechea, que tomó el galardón como si fuera el Pritzker de arquitectura, anunció que saldría desnudo a la plaza a celebrarlo. No sabemos si lo hizo. Los partidarios de la autodestrucción -de lo que sea- respondieron con el estilo habitual: eso no es una plaza, es un descampado; es una lameira; la arena se escurre; si querían quitar a Franco se podía hacer de otra manera (esto, de la plaza de España, vale para cualquier hilo de cualquier tema de conversación); lo que debían hacer era arreglar las fochancas que rompen los palieres; Ferrol está muerto porque no se puede aparcar; y todo así.

La plaza de Armas, de la fuente de Churruca, del Carmen, del mercado de leña o de los tilos ilustrados, que tanto da, ya tiene su premio FAD. Su nuevo pavimento de arena durará lo que dure una corporación cogobernada por Mato y Suárez. En cuanto la presida Rey Varela la plaza cambiará de aspecto. Una vez más. Veremos.

domingo, 18 de julio de 2021

Las cabrias que curaban las redes, en Redes

De guarisnais 
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 18 julio 2021

A las puertas de las casas, escribía Castillo Puche en los años cincuenta -lo reproducen en un soberbio trabajo Freire Camaniel y López Naveiras en la revista A Tenencia de 2019-, están sentadas las mujeres, que tienen en las manos largas, interminables y tostadas ristras de redes. “Las redes que no están en las manos de las mujeres están en la playa colgando de las cabrias, dando a los diminutos y breves acantilados un aspecto como de decoración de teatro”. Para Castillo Puche la red era el escudo de armas de Redes. El pueblo entero, decía, estaba “guarnecido, protegido y cubierto por  tupidas murallas de redes”.

Cada barco llevaba unas 6 piezas de 60 brazas (aprox. 100 metros) de largo por 9 de alto. Estaban reforzadas por un rapé en la línea de flotación y aplomadas en el borde inferior. Eran débiles, hechas de fibras naturales. Cada mes y medio, más o menos, había que “cocerlas en las bodegas de la casca”. Se introducían en agua con cáscara de pino hervida durante seis horas, se escurrían en grandes cajones de madera y después se llevaban a secar a las cabrias. En las cabrias, esas extraordinarias construcciones arquitectónicas, se colgaban diariamente las redes que hubiesen trabajado en esa marea. La de Celia, la de Vicente O Valeiro, la del Tío Justo, la de O vello Pío, la de Manolo O Meiriño, las de Paco Bello, la del molinero de Limodre, y así hasta las más de treinta que delineaban la costa desde la playa de la Plateira hasta la punta del Castillo. Redes era un pueblo que mostraba sus redes, aparejos imprescindibles para la pesca de la sardina, bien enmallada al xeito o embolsada al cerco. Muchos de sus vecinos vivían de la pesca desde tan antiguo como acredita el censo de Ensenada del siglo XVIII. Tal vez de esa época sean ya las cabrias, artefactos tan simples y a la vez tan eficaces que no necesitaron modificar su diseño mientras fueron utilizadas.

Para dentro de unos días, a finales de este extraño y atrofiado mes de julio, los afanados miembros de la Agrupación Instructiva de Redes y Caamouco anuncian una nueva edición de la Festa da Cabria en la ribera del Pedregal. Los mayores enseñarán a los cativos a subir a las cabrias, andar por ellas, sujetarse y sujetar las redes para dejarlas tendidas al sol. Les hablarán de la importancia de cuidar barcos y redes, herramientas de las que dependía la durísima vida de entonces. Se hará una pequeña fiesta acompañando a las cesteiras y redeiras que se niegan a ver cómo desaparecen sus oficios. Redes, ese lugar mágico acostado al fondo de la ría de Ares, volverá a lucir su esencia marinera de gentes orgullosas que se han mantenido en pie, erguidas como sus cabrias.

sábado, 10 de julio de 2021

Velocípedos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 4 julio 2021

El cartel publicitario contiene información detallada sobre como era la bicicleta, cuánto costaba, cómo se podía pagar, dónde se podía hacer el pedido y quién era el avisado emprendedor que estaba detrás de tan extraordinaria novedad. “Velocípedos ingleses. Diploma de honor en Coruña agosto 1884. Precios y clases sin competencia. Bicicletas montadas todas sobre bolas desde pesetas 300. Venta a plazos con garantía. El representante de esta fábrica se halla de paso en esta población y recibe pedidos de bicicletas y accesorios en la Fonda Suiza. Pídanse catálogos y precios a Guillermo V. Martin, Galiano 12 Ferrol”.

Guillermo Ventura Martin, ferrolano hijo de un ingeniero inglés llegado a la ciudad naval en la llamada segunda ola a mediados del siglo XIX, formado en Inglaterra y siempre vinculado a aquel país, fue un gran amante y conocedor del mundo de la bicicleta. Como corredor fue campeón de Galicia en carreras de velocidad. Como empresario abrió negocios de venta de bicicletas en Ferrol, Valladolid y Madrid. Como industrial impulsó una nueva fábrica de bicicletas con tecnología puntera en España. Como aficionado fue directivo del Club Ciclista de Ferrol. Como promotor organizó la construcción de un velódromo y como inventor y diseñador trabajó en el prototipo de una bicicleta de mar, por supuesto. Y todo esto lo hacía el señor Martin al margen de sus quehaceres empresariales en el sector naval, cervecero, minero y naviero, sus tareas como vicecónsul de Inglaterra, la presidencia del Círculo Mercantil, la dedicación a distintas misiones benéficas y al fomento de la cultura y el deporte. El equipo de fútbol no se llamaría Racing si no tuviese el carácter inglés de sus fundadores.

Un siglo y pico más tarde estamos de nuevo en el fomento del uso de la bicicleta. Por primera vez en España un gobierno firma una Estrategia Estatal de la Bicicleta y la sustenta con 150 millones de euros de presupuesto. Se formarán a los niños en las escuelas en el manejo de las bicis y su reglamento de circulación; se crearán infraestructuras ciclistas interurbanas; se obligará a los nuevos edificios a contar con espacios para su aparcamiento; y hasta se modificará la normativa fiscal para que las empresas puedan ofrecerlas como medio de transporte. Todo para que España alcance el uso de la bicicleta como otros países europeos y el paisaje de la movilidad en las ciudades cambie radicalmente: menos coches y más bicicletas, transportes colectivos y espacios peatonales. El paraíso para los velocípedos ingleses (y también los fabricados en Ferrol) de Guillermo Ventura Martin, el empresario, filántropo y diplomático que antes se había vestido de corto para pedalear y ser campeón ciclista de Galicia.

domingo, 27 de junio de 2021

Trazas de la maestría de Ucha

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 27 junio 2021

Ferrol crecía. El Plan de Escuadra de Ferrándiz permitió que la Armada encargase cañoneras y acorazados a tutiplén. Del astillero salían ruidos de remachadoras hasta por las noches. Llegaron los ingleses de Vickers y reactivaron la Constructora Naval. Trajeron a sus familias, su disciplina, sus métodos de organización industrial y sus dineros. Volvieron muchos industriales que hicieron fortuna en Cuba y se asentaron comerciantes y pequeños burgueses de otros puntos de España. Aquel Ferrol de principios del siglo XX vio mejor por las noches gracias al nuevo alumbrado eléctrico. Llegó el teléfono, el automóvil, el tranvía, el ferrocarril. Se abrían nuevos cafés, teatros y salones de baile. Había más periódicos y causaba furor el mágico cinematógrafo. El censo de habitantes no paraba de aumentar y con él las casas, los niños, el comercio. Ferrol crecía -permítanme repetirlo- como lo hizo muy pocas veces en su historia.

El 1909 volvió Rodolfo Ucha de Madrid con el título de arquitecto bajo el brazo. Había vivido la potencia y expresividad del magisterio de Antonio Palacios, pero también había colaborado en la Academia de San Fernando en medio de las delicadas formas de las bellas artes. Ucha, diestro en la perfección del dibujo, tuvo la grandeza de comportarse el resto de su vida como un maestro en aprendizaje permanente, un arquitecto curioso y abierto siempre a las nuevas ideas y corrientes emergentes en España y Europa. Se observan en su obra trazas -bellísima palabra dicha por el profesor Fernando Bores al tiempo que dibujaba líneas en el aire con sus manos- de los maestros del Art Nouveau: Horta, Mackintosh y Gaudí. Aprendía de y con sus colegas más cercanos: Galán, González Villar, Carvajal. Cuidaba de sus libros y revistas extranjeras, como la Moderne Bauformen alemana.

Todos sus aprendizajes fueron muy valiosos pero siempre escasos para Ucha. Necesitaba llenar sus edificios del barrio de la Magdalena de los alegres, vistosos e irreverentes detalles modernistas, renombrados como trazas por Bores en la presentación del libro de José Pardo A buxaina de Ucha. Cariátides, figuras de animales, hojas de hiedra, flores de Lis, líneas curvas, difíciles, imitadoras de la naturaleza como principal fuente de inspiración del Modernismo. Y aquí se encontró con el incalculable valor de la rica experiencia de los artesanos locales, nos enseña Felipe Cotovad desde su atalaya de arquitecto municipal. Ferrol contaba con el mejor plantel de herreros, vidrieros, maestros constructores, albañiles, ceramistas, pintores, carpinteros y ebanistas, capaces de traducir los dibujos de Ucha en las maravillosas trazas modernistas que Pardo inmortalizó con la pericia del fotoperiodista de raza y oficio.

domingo, 13 de junio de 2021

Meninada, arte inmaterial

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 13 junio 2021

El artista italiano Salvatore Garau lo ha vuelto a hacer. Acaba de vender otra escultura inmaterial, una estatua titulada Yo soy. Una estatua invisible pero existente, dice el autor, que en el conjunto de explicaciones sobre la obra deja caer perlas del tipo que allí “hay un vacío”, que es algo así como un “contenedor de posibilidades” o que se puede apreciar un “concentrado de pensamientos”. Además de todo esto el comprador de la famosa escultura se ha podido llevar por el ajustado precio de 15.000 euros, un certificado donde se indica como colocar la estatua invisible sobre un pedestal de tales dimensiones, marcando el espacio con una cinta en el suelo y mantener en el lugar determinadas condiciones climáticas, térmicas y lumínicas. Todo para que se pueda apreciar este arte inmaterial en todo su esplendor. El escultor Salvatore Garau hizo su trabajo, vendió su arte y se llevó su dinero, y no es la primera vez que vende la nada. Hasta aquí todo correcto.

Pero el desacomplejado escultor se vino arriba y quiere apropiarse de la paternidad de esta forma de hacer arte, del liderazgo de esta revolución en la historia de la creación humana. Y no, esto no, en esto los ferrolanos no podemos transigir. Para eso desarrollamos la habilidad de mantener pedestales sin esculturas en la pequeña galería de personajes ilustres que acompañan la fuente wallace del parque. Una vez se hacía invisible un busto, otras se convertían en inmateriales varios, pero siempre, siempre, había una pieza escultórica vacía o llena de posibilidades y pensamientos, pero sin el personaje famoso tallado en piedra. Una maravilla. Sin olvidar que también somos especialistas en plantar esculturas anónimas para que el espectador juegue con su imaginación. Y por supuesto, no hay pueblo en la tierra que nos gane a la hora de invisibilizar por vía del anonimato o la expatriación a los vecinos meritorios. Trasladamos al arte etéreo las obras de Sotomayor, Villaamil e Imeldo Corral. Exiliamos los legados de Torrente Ballester, Carballo Calero y Concepción Arenal. Ninguneamos al naturalista López Seoane. Olvidamos a Alonso López y José Canalejas. 

Para corregir semejante agravio les adelanto que estoy preparando mi propia obra de arte invisible que colocaré en el lugar vacío que dejó el Cristo de la Tahona. Escribiré al pie de un espacio blanco enmarcado en cinta: “Título: Meninada. No pinten nada sobre ella. Prohibido lavar la pared con detergentes abrasivos. No utilicen flash. Tampoco la miren a los ojos; es, además de invisible, tímida e huidiza. Son 15.000 euros”. Cuando la vea el escultor Salvatore Garau reconocerá en la pared de Canido un buen contenedor de posibilidades.                                          

domingo, 6 de junio de 2021

Miguel Delibes sí lo vio venir

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 6 junio 2021

En el documento presentado por el gabinete de prospectiva, publicidad y propaganda de la Moncloa sobre cómo será la España rural en 2050, se afirma: “Los cambios institucionales y políticos que se produjeron con la llegada de la democracia y la descentralización competencial (léase Autonomías) no tuvieron capacidad para invertir el flujo migratorio del medio rural hacia las ciudades”. Traducción: Ni los sucesivos gobiernos nacionales ni los de las comunidades autónomas frenaron la sangría demográfica de la España rural, impidieron que se vaciara y alentaron, por acción u omisión, la emigración hacia las ciudades más grandes, españolas o extranjeras. La guinda del pastel es que la cosa no acaba aquí. Se dice en el citado informe que las zonas rurales perderán un 20% de población en 2050, sobre lo ya perdido hasta ahora.

Tal vez los cientos de políticos, asesores y expertos consultados que pasaron por los despachos públicos en estos decenios se exculpen en que todo se hizo por el progreso, por el desarrollo, por el crecimiento económico y el afán por alcanzar el bienestar colectivo. Y todo eso estaba en las grandes ciudades, cunas del saber y la cultura y la ciencia y la salud. La vida en los pueblos, villas y aldeas era prescindible, un pequeño peaje a pagar sin mayores consecuencias. Tomemos, desde aquí, el ejemplo de esta Galicia vacía y vaciada de las comarcas de Ferrol, Eume y Ortegal que ya ha perdido la tercera parte de su población en este período y que, pronostican los sabios, perderá otra quinta parte en las próximas décadas.

Sobre los grandes desafíos como el reto demográfico y el cambio climático escribió Miguel Delibes en todos los regímenes que gobernaron todas las Españas. En El camino, años 50, Daniel, el Mochuelo, se resistía a “abandonar la vida comunitaria de la pequeña villa para integrarse en el rebaño de la gran ciudad”. En los 70 fijó su credo en el discurso de entrada en la Academia de la Lengua: “…el verdadero progreso no estriba en un desarrollo ilimitado y competitivo…ni en fabricar cada día más cosas…ni en destruir la naturaleza…sino en racionalizar la utilización de la técnica, revitalizar los valores humanos y establecer las relaciones hombre-naturaleza en un plano de concordia”. Delibes, que llamaba a las cosas por su nombre, dejó un legado de artículos, conferencias, discursos y novelas en los que alentó la necesidad de embridar la técnica al servicio del hombre, el respeto a la naturaleza, la cultura del campo y la vida al ritmo de las estaciones en pueblos que sostienen el agua limpia, el aire limpio y los alimentos limpios. Esos pueblos que los políticos del presente definen como territorios de esperanza para 2050. Delibes lo vio venir en 1950.   

domingo, 30 de mayo de 2021

Optimismo a la ferrolana

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 30 mayo 2021

Estos días estuve buscando –con gran empeño, créanme- el modo de encajar los restos del optimismo ferrolano dentro del epílogo: “Redescubrir el optimismo” del Gobierno de España. El presidente Sánchez se vino arriba y nos mandó de un puntapié a un viaje al 2050. Los ferrolanos diríamos que nos fondeó al futuro de un punterazo, o algo así. Pedro Sánchez resucitó la oficina de prospectiva y estrategia que en su día creó Adolfo Suárez, aunque con otro nombre. Su primera encomienda fue hacer un documento sobre la España del 2050, tarea encargada a expertos, académicos, universidades e institutos varios. Allí, como les decía, se recogen las 12 páginas esperanzadoras, de la 381 a la 393, acerca de la necesidad de encarar el viaje al futuro con optimismo porque sí, porque los españoles lo valemos y porque el socialismo del marketing viral se ve en la obligación de inyectarnos un país ideal en los mismos viales de las vacunas sanadoras.

En eso estaba, les decía, tratando de imaginarme algo parecido a una oficina de futurólogos llamada la OPAFE: Oficina de Prospectiva a la Ferrolana o, si lo prefieren, oficina de Optimismo a la Ferrolana. Su principal misión sería definir “Un Ferrol con hambre de futuro en un país con hambre de futuro”, teniendo en cuenta, eso sí, las importantes premisas que en el documento del Estado se diagnosticaron como fortalezas. Veamos. Competitividad del sector turístico y competitividad económica: parece que en Ferrol no. Calidad en las infraestructuras de transporte: aquí el tren es lento y la autopista cara. Acceso a Internet: a pocos metros de La Malata la velocidad de conexión a la red es menor que la velocidad del tren a Coruña. Sostenibilidad medioambiental: la ría sigue contaminada. Influencia cultural y lugares Patrimonio de la Humanidad: en la ciudad naval no hemos sido capaces de crear el órgano de gestión para la candidatura de la Ilustración. Lugar excelente para vivir y trabajar siendo extranjero: no sólo no vienen sino que muchos ferrolanos se van. Etcétera.

Para colmo de males a mitad de semana los resultados del Índice de Indicadores Urbanos del INE nos dieron el zasca definitivo. Ferrol es el ayuntamiento con peor tasa de actividad de España. El cociente entre la población activa y la que está en edad de trabajar es del 49%, veinte puntos menos de las mejor posicionadas. Y así, con este panorama, más que los afiliados al bando de los optimistas a la ferrolana seguirán triunfando los partidarios del pesimismo local, más dados al tenebrismo, la exageración negativa y la crítica ácida y destructiva. Ya lo vio venir, hace tiempo, el profesor Fra Molinero: “Ferrol pensa con intelixencia pero en depresivo”. Pues eso.

domingo, 23 de mayo de 2021

Cuentas de proximidad

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 23 mayo 2021

La política municipal se ha pasado al cortoplacismo, a la contienda cercana, a la disputa inmediata. Es una política de proximidad. El maestro Cholo Simeone, con su partido a partido, bien podría convertirse en el modelo a seguir por los munícipes del regate en corto. El futuro eslogan del municipalismo, sobre todo el de ciudades venidas a menos, será alguno de los siguientes: elección a elección, pleno a pleno, votación a votación o presupuesto a presupuesto. Las luces cortas, el día a día o el ya veremos, se instalaron definitivamente en la administración más próxima a los vecinos. Es verdad que a los representantes políticos, particularmente si asumen tareas de gobierno, se les exige ver un poco más allá, reflexionar acerca del porvenir de la ciudad y presentar alguna idea esperanzadora para el futuro inmediato. No es tarea sencilla pero eso no justifica que se desista de ella.

A la sombra de los tilos ilustrados se conoció el borrador de unos presupuestos municipales. Se escaparon por las rendijas de alguna de las ventanas del palacio medio destartalado. Volaron hasta los medios digitales y las redes sociales, lugares en los que se cocina el devenir municipal y en el que los portavoces de los partidos políticos supieron de su existencia. También allí se enteraron los representantes de los vecinos, los empresarios, las asociaciones culturales, y las sociales, y el resto de inquilinos del departamento del norte. El presupuesto volandero empezó mal. Era de corto alcance, ya se sabe, pero a sus responsables se les olvidaron las premisas de la transparencia y la participación.

El exalcalde Rey está en modo plan de estado. Convenció al presidente Feijoo para que la Xunta intente liderar el enésimo Plan Ferrol, bajo la apariencia de un nuevo resurgir de la mano de una especie de alcaldía paralela aposentada en un segundo consistorio en el CIS de La Cabana. El exalcalde Suárez va a construir sus propias cuentas. Se quedó con ganas de aprobar presupuestos cuando presidió el Ayuntamiento y se propone hacer una especie de repesca. Más vale tarde que nunca, parece la máxima que guía al político rupturista. El aspirante soberanista-independentista Rivas está en el argumento de toda la vida. Las cuentas reflejan privilegios, privatizaciones, sometimientos a los designios de Madrid, y cosas así.

Las cuentas volanderas y huidizas del socialista Mato pasaron en pocas horas de proyecto de presupuesto a cuentas de proximidad, con demasiadas carencias que corregir. Los representantes vecinales aportaron muchas y todas ellas más que razonables. Es verdad que no cabe todo en un presupuesto, pero sí es necesario que esté impregnado de la participación de los vecinos que lo sustentan.    

domingo, 16 de mayo de 2021

Recurso eólico marino

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 16 mayo 2021

Steven Pinker escribió: “El equipo que traiga al mundo energía limpia y abundante beneficiará más a la humanidad que todos los santos, héroes, profetas, mártires y laureados de la historia juntos”. Los legisladores españoles se han sumado a la propuesta  y el pasado día 13 aprobaron la Ley de Cambio Climático. Vamos tarde, afirma la ministra de Transición Energética, pero no hay marcha atrás. Los pasos orientados a favorecer la descarbonización y utilizar energías limpias y sostenibles serán firmes, aunque supongan –en demasiadas ocasiones- reconversiones industriales para las que España no está preparada. Nunca lo estuvo.

El asunto de moda estas semanas es el de la energía eólica marina. Homero nos enseñó que Eolo, el dios del viento, y sus cuatro hijos Boreas, Notos, Euro y Zéfiro, tenían su morada en las Islas Eólicas. Los investigadores gallegos apuntan un nuevo hallazgo. Eolo y descendientes debían tener segunda residencia en algún lugar entre cabo Finisterre y la Estaca de Bares. Esa es la franja marítima (afirman los técnicos lo que ya conocían los hombres de la mar desde que el Ortegal se levantó del fondo de los océanos) en la que “el recurso eólico es óptimo”. Vamos, dicho en plata, que soplan unos vientos que te descoyuntan las vértebras, levantan olas grises en la panza y blancas en las crestas y hacen crujir las cuadernas de los más robustos navíos. 

Después de considerar la distancia a la costa, profundidad, caladeros de pesca, áreas marinas protegidas, corredores de navegación y un montón de variables más, los últimos conocimientos indican que “la mayor franja sin restricciones (en la que instalar un parque eólico marino) se encuentra en la parte noroeste, frente a las ciudades de Ferrol y A Coruña”. Hay otras zonas de enorme potencial eólico, naturalmente, como la Costa da Morte, la franja entre la ría de Vigo y la frontera con Portugal, áreas de la Mariña lucense, y otras. Será por mar y viento, que en Galicia tenemos para empaquetar y exportar a medio mundo. Bueno, dicho en términos técnico-científicos: “esta región cuenta con los mejores valores de velocidad eólica marina de la Península Ibérica”. Y de todas sus islas y archipiélagos, añadiríamos desde aquí.

Tal vez pronto veamos molinos de viento reconvertidos en aerogeneradores a unas cuantas millas de la costa. Sus enormes palas las moverán las suradas cálidas y húmedas desde octubre a marzo y el nordeste seco y frío de abril a septiembre. Los vientos de la mar, desde las ventolinas hasta los temporales huracanados, pasando por las brisas, los vientos frescos y las borrascas, modelan las costas, cambian los climas y condicionan nuestras vidas. Tal vez nos ayuden a relacionarnos mejor con la naturaleza. Ojalá. 

domingo, 9 de mayo de 2021

Se busca

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 9 mayo 2021

El alcalde Lores, de la preciosa y paseable ciudad de Pontevedra, definió con exactitud el estado de la ciudad de Ferrol a ojos de un no ferrolano. Preguntado por las excelencias de su ciudad –peatonalización, limpieza, zonas verdes, calidad medioambiental, etc…- el alcalde Lores indicó que las otras ciudades gallegas tenían también un gran potencial, ¡incluso Ferrol!, apostilló en una sentencia que le salió del fondo del alma. Ese ¡incluso Ferrol! demostró al resto de Galicia que hasta una ciudad en declive podía tener alguna oportunidad de resucitar, aunque Lores explicó que tendría que ser aplicando medidas terapéuticas distintas a las empleadas en los últimos años.

Al presidente permanente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, le sucedió algo parecido recientemente. Según parece el presidente Feijóo llevaba doce años buscando a Ferrol y sus comarcas hermanas del Eume y Ortegal. Las tenía traspapeladas pero no se rendía. “Ferrol no se puede dar por perdido”, afirmó solemne, mientras muchos ferrolanos nos tentábamos las ropas y buscábamos espejos para comprobar que sí, que éramos nosotros y no nos habíamos perdido. ¡Qué susto!

Perdida está la política industrial autonómica y no parece que haya posibilidad de encontrarla ni con ese polo energético que pensaron para el polo septentrional que va desde las fragas do Eume hasta la Estaca de Bares. Perdidas se fueron las oportunidades e ilusiones de los más jóvenes y mejor preparados, tal vez para encontrarlas en otros lugares más acogedores. Perdidos los más de ochocientos habitantes del padrón ferrolano, el último año, junto a otros muchos de los veinte municipios de las tres comarcas. Perdida la posibilidad de volver a contar con la Escuela Naval (¡qué cerca estuvo!) y convertir la ciudad en el núcleo educativo de la Armada Española. Perdidos los ánimos necesarios para transformar la Mancomunidad -ocupada en unas cuantas funciones de escaso valor- en una potente y moderna Área Metropolitana. Perdidos, o al menos bastante alejados, los compromisos de mejores comunicaciones e infraestructuras; los trenes pasan de largo.

Ferrol fue desde finales del siglo XVIII una ciudad perdida y encontrada. Tanto padecía estados de euforia, crecimiento y expansión como caía en una profunda depresión, crisis y empobrecimiento. Los ferrolanos lo sabemos pero el presidente plenipotenciario Feijóo no. Tardó doce años en levantar la vista hacia la cara norte del golfo Ártabro y atisbar que por allí había un buen pedazo de esa Galicia vaciada que continúa perdiendo población a chorros. Ferrol está perdido en Galicia de la misma manera que Galicia está perdida en España. Núñez Feijóo dice que encontró un nuevo Plan Ferrol dentro del plan para resucitar a Galicia. Veremos. 

domingo, 2 de mayo de 2021

La ruta selfi

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 2 mayo 2021

Seis postes selfi, seis. Como en los carteles de las corridas de toros. Seis postes para hacerse cómodamente una foto, aunque con trampa, son los que colocó el gobierno de la ciudad naval. El avisado turista o el vecino de toda la vida podrán hacerse un selfi (selfie, autofoto o autorretrato, según los gustos) apoyando su dispositivo fotográfico -móvil o cámara- en un chulísimo poste de 2.000 eurillos de nada, pero eso sí, con un escenario de fondo inamovible. He aquí la trampa. Digamos que a cambio de que no se le disloque el hombro al autorretratado tendrá que apechugar con las vistas de un Ferrol orgulloso, ensimismado y casi eufórico (es broma). La ruta selfi, para la que no estaría de más hacer una cartilla como la del camino a Compostela, por ejemplo, tiene seis estaciones: los tilos de Armas con un edificio al fondo un tanto destartalado, Amboage, Herrera con el paisaje industrial más bonito del mundo según Torrente Ballester , el puerto de Curuxeiras, el Jofre y el Auditorio. Los dineros no dan para más, según parece, y no habrá posibilidades de tener postes selfi delante de la lancha de Mugardos, el mascarón de proa del Galatea, la estatua de Canalejas ni el monumento homenaje a los héroes de Brión. Qué le vamos a hacer.

El caso es que con esta ruta de los postes selfi el departamento marítimo ya tiene algo de lo que presumir. Una vez más. Es la primera ciudad gallega que coloca semejantes dispositivos desparramados por sus calles. Y ya era hora de que Ferrol fuese de nuevo la primera en algo distinto a ser la ciudad más envejecida, con mayor tasa de paro y presentar el padrón de habitantes más menguante. Qué lejos queda aquello de contar con la primera Alameda, uno de los primeros cementerios de España, ser la cuna del fútbol y los scouts y tener los primeros velocípedos, la primera en instalar galerías en las viviendas, y la de tener la mayor colección de anclas del mundo, la que primero tuvo telefonía sin hilos, y el primer teatro estable, y casas de baños flotantes, y ser los más adelantados en avances médicos e higiénicos, la única capaz de construir doce navíos en tan pocos años, la primera en cabeceras de prensa, cafés y sociedades de recreo, y hasta la primera en población de toda Galicia.

Las posibilidades de la ruta selfi son infinitas. Se podrán hacer carreras a ver quién consigue las seis fotos en menos tiempo; se podrán canjear por las 1.500 pesetas de Amboage si el autorretratado es nativo e incluso, en caso de interés, podrían cambiarse por las seis primeras millas del camino inglés a Santiago, ahora que estamos en años xacobeos. En poco tiempo su éxito será mayor que el de las rutas del Modernismo, las Meninas y la construcción naval. O tal vez no.

domingo, 25 de abril de 2021

Ecologismo ilustrado

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 25 abril 2021

Seguimos en riesgo alto de infectarnos con el covid 19 y altísimo de contagiarnos de estupidez. Voltaire, aquel ilustrado que tuvo tantos seguidores librepensadores en La Magdalena que hasta editaron una revista con su nombre, ya advirtió en el siglo de las Luces que “la estupidez es una enfermedad extraordinaria; no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”. En nuestra España líquida e irracional siempre hay un bobo de guardia dispuesto a decir una solemne estupidez y contagiar al resto del país. Sea un político de Vox debatiendo la Ley de Cambio Climático, una actriz residente en Francia, un cantante afónico o un obispo bocachanclas, lo cierto es que no hay semana que no estemos expuestos al contagio. Todos estos forman parte del género encuadrado en los movimientos ecopesimistas y negacionistas, generalmente arrimados a las políticas más conservadoras. El virus verbal del diputado Contreras, del grupo Vox, contenía la afirmación de que un par de grados más en la temperatura media del planeta vendrían bien porque reducirían las muertes por frío. Contreras recogió los bártulos y salió tan ancho del Congreso a esperar a fin de mes para recibir la nómina que pagamos todos los españoles, incluidos los que nos sentimos estúpidos en su lugar.

A mediados de los pasados años 70 surgieron en diferentes partes del mundo los llamados ecologistas ilustrados, conocidos también como ecomodernistas, ecologistas humanistas, ecopragmáticos, optimistas por la Tierra o del movimiento Azul Turquesa. Asumían tres principios. Uno, los humanos necesitamos consumir energía para calentar las casas, desplazarnos, cultivar alimentos, comunicarnos, fabricar enseres, etc… Dos, la industrialización fue buena para la humanidad. Y tres, la disyuntiva entre bienestar humano contra daño medioambiental se solucionará con tecnología. Para el ecologismo ilustrado el mayor reto al que nos enfrentamos consiste en descubrir cómo obtener la máxima energía con la mínima emisión de gases de efecto invernadero. Debe continuar el proceso de descarbonización de las actividades diarias, mejorar el aprovechamiento de las energías renovables y explorar nuevas formas de energías limpias que favorezcan el desarrollo y los avances en el bienestar y el progreso. Y sí, definitivamente es preciso contener la subida esperada de esos dos grados centígrados sin necesidad de renunciar a los mejores estándares de vida, educación, alimentación y salud posibles, añorando una naturaleza prístina como sugieren los movimientos anticapitalistas, expertos también en defender barbaridades pero esta vez desde la ultraizquierda política.

En fin, esperemos que la ciencia ilustrada nos proteja del virus y la razón nos aleje de la estupidez.

domingo, 11 de abril de 2021

Correr y saltar, ni para el arriba facu

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 11 abril 2021

Que sí, que sí, que se va a poder correr y saltar, pero sin molestar. ¿Y lanzar? Ah, de eso no se dice nada. ¿Y eso de molestar incluye que no se podrá jugar al arriba facu? Ah, pues en eso tampoco es muy claro el artículo 18 del proyecto de la ordenanza del tráfico, la movilidad y esas cosas. ¡Acabáramos! Si se trata de una ordenanza mejor olvidarla. Se aprobará y no se cumplirá, como las demás. Pero el asunto es si los mozalbetes, los pocos que quedan (están en peligro de extinción, como es notorio), podrán coger una buena carrera y dar un salto largo, largo, encima de las “lombas” de los que pandan: ¿picos, porros o tainas? Pues probablemente en lugares concurridos no lo harán. Primero porque siempre habrá alguien a quien eso moleste, y segundo, no menos importante, porque los rapaces ferrolanos no tienen ni la más remota noticia de lo que es el arriba facu. No importa.

El asunto es que el proyecto que presenta el gobierno municipal, de más de 80 páginas colgadas en la web consistorial, ha generado la polémica característica. Nada nuevo. Todos los opositantes habituales, partidos políticos, asociaciones, tertulianos de las redes sociales locales y afines, dicen que es un disparate. No se puede prohibir correr, saltar, detenerse en las aceras con la excusa de que se forma un trombo más grande que el provocado por el Ever Given en el canal de Suez -para lo cual, dicho sea de paso, no hace falta que se junten varios vecinos; con que se pare uno ya bloquea la acera-, ni esperar el autobús fuera de las marquesinas. El concejal del ramo se escuda en que muchas de estas medidas ya están recogidas en normas de otras ciudades, como Madrid. ¿Madrid? En Madrid no parece posible que prohíban correr y saltar a los madrileños tan amantes de la libertad, según dice Ayuso. Ni a los turistas franceses poco propensos a ninguna actividad atlética con su tiempo ocupado en el trasiego de garrafones después, eso sí, de visitar museos, bibliotecas, jardines botánicos, galerías de arte y cosas así.

Las ciudades del futuro están en otra cosa. Cada vez tienen más vecinos teletrabajando y educándose a través de plataformas. Fomentan el comercio de proximidad y la compra en línea. Diseñan más parques, plazas y zonas verdes, más calles peatonales o compartidas con vehículos que circulan a baja velocidad. Cada vez tendrán menos desplazamientos de coches privados, alquilados o de pago por uso, y reducen los estacionamientos en la vía pública. Los transportes públicos serán eléctricos, no contaminantes y silenciosos. Las ciudades del futuro no están en los colorines de las zonas de aparcamiento. Están en devolverle el espacio a sus propietarios, los vecinos, sepan o no saltar al arriba facu.

domingo, 4 de abril de 2021

Cuelgo, que nos espían

De guarisnais 
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 4 abril 2021

Gila tenía el problema resuelto. Llamaba por teléfono al enemigo (¿Es el enemigo?) del que tenía el número directo para reclamarle los planos del polvorín que se había llevado un día antes Agustín, su espía titular, vestido de lagarterana. Y es que las guerras contadas por Gila eran de otro nivel y el espionaje tenía cierto glamour. No como el de ahora, con tanto satélite, tanto geoposicionamiento, tanta antena gigantesca y tanto submarino nuclear escuchando conversaciones ajenas. Para después terminar vendiendo toda esa información en la internet profunda en unos cuántos ficheros encriptados que los hackers más espabilados se encargan de piratear. Y todo así.

La Armada quiere que las nuevas fragatas sean ciberseguras y le ha encargado a Navantia y Telefónica que se pongan a la tarea. Las F 110, clase Bonifaz (que gran acierto sus nombres: Bonifaz, Roger de Lauria, Menéndez de Avilés, Luis de Córdova y Barceló) serán los primeros buques en los que se implementen soluciones de Ciberseguridad de última generación y además tendrán comunicación integral entre los sistemas del buque y su gemelo digital. Estarán protegidos los sistemas de combate, el AEGIS, los radares de superficie y de control de tiro, el sonar, los sistemas de comunicaciones integradas, los enlaces de datos y los protocolos de contramedidas. Si todo sale como se espera, la clase Bonifaz estará a salvo de ciberataques, sabotajes, escuchas, interceptación de información y cualquier tipo de distorsión en sus sistemas de comunicaciones.

Pero ¿y la tripulación? ¿Qué pasará con los smartphones, tabletas electrónicas, ordenadores personales y demás dispositivos personales usados por toda la dotación? Son innumerables las señales emitidas que pueden facilitar la identificación y posición del buque, por ejemplo, en medio de alguna operación delicada. Sin olvidar que cuentan con cámaras de fotos y vídeo, por lo que es muy fácil compartir imágenes en las redes sociales de equipamientos, zonas sensibles, vehículos, sistemas de armas, centros de aprovisionamiento, e incluso perfiles personales.

Quedan muy lejos las cartas cifradas que mandaba Jorge Juan al Marqués de la Ensenada cuando espiaba los astilleros del Támesis. O las máquinas de rotores Enigma y similares, y los teléfonos analógicos como el de Gila. Vivimos en un mundo interconectado en el que cedimos la privacidad a cambio de la conexión “social” en la red. Los marinos que embarcarán en las futuras fragatas sabrán aplicar las normas de ciberseguridad en sus destinos, en cada ejercicio, maniobra o misión. Sin duda. La dificultad vendrá en su tiempo libre cuando hagan uso de los terminales personales: “oye, tengo que colgar que parece que nos espían”...